domingo, 4 de diciembre de 2011

DE CUANDO LA APARENTE CERTEZA NO HACE SINO REDUNDAR EN LA CONVICCIÓN DE QUE CIERTAMENTE, NO TENEMOS NI IDEA DE QUÉ ES EXACTAMENTE AQUELLO QUE NOS RODE


Una vez más, es el reconocimiento del presente que le es propio a cada uno, lo que lleva en mi caso a comprobar con gran desencanto cómo, una vez más, el exceso de certezas mostradas por aquellos que son administrados, se han confabulado con la manifiesta incapacidad de los que una vez asumieron el papel de administradores para, desencadenando de nuevo los preámbulos de uno de los juegos más rancios de los que se ha dado en jugar la historia, concatenar de nuevo los acontecimientos previos que sin duda alumbrarán una nueva realidad.

Como viene ocurriendo desde que el tiempo es tiempo, la perversión que parece propia de la clase dirigente, en tanto que la vocación de servicio no es la prioridad que justifique su decisión en el momento de decidir su función; ha creado una brecha entre administración y administrados que, a día de hoy, es prácticamente insalvable.

Esta brecha, que en términos cuantitativos tiene su reflejo en encuestas como la del CIS, según la cual, la clase política constituye en sí misma un problema para España; se manifiesta en términos cualitativos en el hecho de que la Política como concepto, y el ejercicio político en tanto que manifestación gratificante para el hombre, han fracasado estrepitosamente.

“Nuestro Régimen sirve los intereses de la masa de los ciudadanos y no sólo los de una minoría y. por ello, se le ha dado el nombre de democracia. En los asuntos privados, los hombres tienen delante de la ley las mismas garantías, y es el prestigio particular de cada uno, no su pertenencia a una clase, sino su mérito personal, el que le permite acceder a los cargos y magistraturas. De la misma manera, ni la pobreza de nadie, ni tampoco su humilde condición social, son un obstáculo, si es capaz de servir a la patria. Nos gobernamos en un espíritu de libertad, y esa misma libertad se encuentra en nuestras relaciones cotidianas, en las que la desconfianza o el recelo están ausentes y tampoco nos ofende que nuestros vecinos quieran vivir de la forma que mejor les plazca.

En conclusión, yo afirmo que nuestra ciudad es, en su conjunto, un ejemplo a seguir para todos.”

Este maravilloso texto, engloba en sí, y lo hace de manera ordenada, la quintaesencia del modelo existencial en el que se engloba nuestro quehacer político, aquello a lo que debemos aspirar si cumplimos con lo que debemos, así como que contiene una descripción práctica y a la sansón muy acertada, de los procedimientos necesarios para conseguir su definitiva y razonada implantación.

Así, resulta difícil acceder a otra muestra más lograda que ésta, en la que de manera brillante y casi efímera, se solventan de manera hábil donde las haya, aspectos fundamentales de nuestro aparentemente nuevo modelo de gobierno basado en la democracia; cuales son una sorprendente por lo sobrio definición ejemplar de la democracia, junto con una sublime descripción de sus características.

Este texto que, aparentemente goza de la energía y la vitalidad propia de aquello que es actual, se muestra ante nosotros con todo el esplendor del que puede hacer gala el abuelo que, una vez más, ha de hacer gala delante del nieto de uno de los juegos más viejos de los que la Historia es testigo. Ese juego destinado a demostrarnos una vez más que a menudo la experiencia no hace sino poner de manifiesto lo difícil que en temas capitales resulta poner algo nuevo bajo el sol.

Este texto, que está extractado de la obra “Historia de la Guerra del Peloponeso, 423-411 a.C.” es obra de TUCIDIDES, un coetáneo de PERICLES, ya sabéis, el gran elemento de aportaciones tan abrumadoras al marco de aplicación de una democracia la griega del siglo V a.C, la cual, tal y como ha quedado puesto de manifiesto a la luz del texto, sería de total y absoluta aplicación en la actualidad.

La pregunta entonces es clara, y su formulación obvia. ¿En qué nos hemos equivocado, dónde nos hemos dormido para que documentos estructurales de hace dos mil quinientos años, adquieran hoy pleno dominio de vigencia?

Tal vez baste un corto paseo por la realidad que nos rodea, comprobando los retrocesos en el estado de derecho, viendo el ascenso de las estructuras autárquicas por definición, o las francas cesiones en capítulos y libertades otrosí se pensaban consolidadas, para comprobar definitivamente que la actualidad no sólo no se nutre exclusivamente del presente más rabioso, sino que a menudo tiene que recuperar un conato de orden bebiendo en las fuentes del tranquilo presente a medio plazo.

Luis Jonás VEGAS VELASCO

diciembre de 2011.

sábado, 19 de noviembre de 2011

DE REBAÑOS, PASTORES Y PERROS DE PRESA.


Para pleno conocimiento y posterior cumplimiento del Común:

Mirad vosotros que yo, Nicolás Eymerich, Inquisidor Mayor de Aragón, de Rango Múltiple en tanto que así reconocido por su Excelencia el Sumo Pontífice de Roma; vengo de nuevo, a poner de manifiesto algunas de aquellas cosas que, si bien ya han sido comentadas y reseñadas en las incontables calendas que redundan de mi época; no es menos cierto que su incumplimiento, bien por incompetencia, cuando no por mera dejadez, hacen más que necesaria de nuevo la reflexión fría, de este que de nuevo os saluda y habla.

Como ha ocurrido con multitud de casos a lo largo de la Historia, ni el más importante de los asuntos es capaz de impedir convertirse en manido, una vez que la excesiva manipulación de la que es objeto a manos de la plebe, acaba por convertir su importancia en vulgaridad, y de ahí al ostracismo hay tan sólo un paso.

Desde que en 2008, el vulgo comenzó a ser verdaderamente consciente de la magnitud de la que se les venía encima, conceptos tales como Crisis, Situación Histórica, Prima de Valor etc. Adquirían no ya valor común, sino auténtica patente de corso. A base de usarse, los conceptos, como todo, se van desgastando. Pero si además los que hacen uso de ellos son los sencillos, los conceptos se mancillan irreversiblemente, de manera que la degeneración afecta para siempre a sus componentes, haciendo que sea virtualmente imposible devolverlos a su estado natural.

Una vez más, basta con echar un vistazo al pasado más o menos ignoto, para encontrarnos en la Historia ejemplos más o menos calcados de circunstancias que afectan a nuestra realidad, a nuestro aquí, a nuestra era.

Cuando a principios del Siglo XIV estalló una de las primeras Crisis Sociales de las que Europa tiene constatación factible, los a prioris que sojuzgaron eran en principio muy similares a los que se manifiestan ahora en la base del actual caos. A saber, la aparentemente necesaria reordenación de los poderes fácticos, así como una mejora substancial en la cuota de poder de la que cada uno de estos puede hacer gala.

En aquél momento, lo que provocó la crisis fue la sucesión de movimientos sociales que se estaban dando. Estos, no eran preocupantes sólo por la cantidad de personas a las que empezaban a afectar, sino que principalmente la base del cisma es encontraba en que la fuente de la que procedían la mayoría de las críticas que se hacían contra el sistema, no era la adecuada.

En aquellos tiempos, el esquema social respondía a una imagen según la cual la mayoría de la población, los sencillos, conformaban el rebaño del señor. Para dictar las normas que regían el correcto funcionamiento de éstos, teníamos a los pastores, a saber, monjes, sacerdotes y demás estructura curia que promovía la interpretación de las reglas destinadas a promover la “mayor Gloria de Dios”. Y finalmente, los perros, a saber, el brazo armado; nobles, caballeros y miembros de las milicias que, no lo olvidemos en última instancia estaban obligados a ponerse al servicio de la Inquisición, incluso cuando esto les llevara a enfrentarse a aquél que era su Señor.

Cuando a finales del siglo XIII las corrientes empiezan a cambiar, para ir conformando el ambiente imprescindible para la crisis del XIV, una de las primeras cosas que se ponen de manifiesto es la lucha intestina que existe entre pastores y perros. La relación de poder que se mantenía entre ellos, fundamentada en el respectivo interés mutuo, dado el beneficio respectivo que unos y otros se aportan, se rompe definitivamente cuando los perros creen saber lo suficiente para no necesitar a los pastores.

La causa fundamental del surgimiento de tal seguridad, la implantación en las incipientes ciudades de una nueva realidad, las Civitats Universitatis, a saber, centros de saber, germen de nuestras actuales universidades, que conformarán con el tiempo la base del conocimiento que soportará a los gobiernos laicos, hasta el punto de dotarles de base de legitimidad.

Cuando los dos grandes grupos de pastores, a saber Franciscanos y Dominicos, son conscientes de la magnitud del problema que se les viene encima, convocan en Italia un Concilio de Reunificación, esto es, una vez comprobado que por separado no pueden hacer frente al nuevo peligro, deciden unir sus fuerzas para con su enemigo. Pero ya para entonces es tarde, la conciencia de fuerza adquirida por el perro es tal, que el nuevo orden social sobre el que se escribirá la nueva historia de Europa ha cambiado para siempre. Ahora los perros habrán de servir a nuevos señores, laicos.

En la actualidad, y por muchos siglos que hayan transcurrido, las cosas son semejantes. En la base, apechugando con todo, los sencillos. Masa incapaz de entender su función, cuya máxima aspiración pasa por sobrevivir, para lo cual está dispuesta en última instancia a hacer lo que sea necesario. Sin importarle quién será el beneficiario de sus esfuerzos.

Al frente, un nuevo grupo de pastores. En este caso, lo que comenzó en las universidades del siglo XIII ha hecho promocionar una clase dirigente laica que, en lo único en lo que no se diferencia de sus antecesores religiosos es el absoluto desprecio que dispensa para con los sencillos.

Y de nuevo, los perros. Estos ahora visten de traje y corbata, llevan por espada una pluma, por escudo un portafolios, y han acabado con la belleza propia de poder morir en leal combate blandiendo tu espada. Ahora te matan en pasiva, desde un despacho, mandándote el desahucio a casa por medio de un agente que pertenece a un Sistema Judicial que ha recordado de repente a quién sirve.

Los perros son ahora banqueros. Como en aquél pasado, remueven los centros de poder, para ordenar a su antojo las estructuras. Crean la vana ilusión entre la chusma de que todo está bien, mientras hacen y deshacen a su antojo.

Hoy han removido Gobiernos, ¿Qué será lo siguiente?

Así que, hoy más que nunca, recordad, las hogueras vuelven a arder. Su Juicio se acerca, y es inminente.

Nicolás EYMERICH.

martes, 15 de noviembre de 2011

DE CUANDO LOS TIEMPOS DE LA HISTORIA ESCONDEN LA LOCURA DEL PRESENTE.


Dicen los que saben de esto, que cuando el interpelado por su presente se acerca a la Historia buscando en el pasado respuestas a su presente, o incluso en un giro inesperado de las circunstancias, previsiones a partir de las cuales confeccionar un futuro, se encuentra con la funesta conclusión de que, una vez más, comete el error estructural de aproximarse a la misma con prejuicios conceptuales propios del presente.

Así, cuando interpelamos a alguien en cuestiones propiamente de Historia, y sobre todo cuando a cambio no sometemos al interpelado a la tortura que supone el tenerse que formar de base un juicio u opinión sobre lo tratado, nos llevamos la no por repetida sorprendente conclusión de que nadie, absolutamente nadie es capaz de comprender cómo los contemporáneos de cualquier época en la que han acaecido sucesos de especial gravedad, entre los que pueden denotarse por ejemplo la participación en guerras tan fraticidas como injustas, o incluso la permanencia bajo el yugo de sistemas tales como los fascismos; podían permanecer impávidos, sin capacidad de reacción, frente a tales acontecimientos los cuales, no lo olvidemos son, según nuestro prisma, imposibles de ratificar para cualquier hombre, pertenezca éste a la época a la que pertenezca.

Asimilada esta tesis, no parece por tanto complicado aceptar que entre la famosa frase de la que se apropiaron los Luises de Francia: “El Estado soy yo”, y aquella otra de la que se hizo coro el Renacimiento Social, Humanismo para más seña en temas políticos y sociales: “Todo para el Pueblo, pero sin el Pueblo”, pueden situarse toda una cadena de comentarios, algunos más afortunados que otros, que por otro lado no hacen sino aportar contexto de situación a toda una larga fortuna de Sistemas Hegemónicos, los cuales, si algo han tenido en común, a la par que circunstancia esta les separaba entre sí, no era sino el hecho de dar en cada momento una respuesta argumentada y actual a la sucesión de necesidades que la Realidad les planteaba el cada momento, sucesión ésta que exigía respuestas claras y rápidas por parte d la ciudadanía.

La ciudadanía, síntesis del pueblo, manifestación de la nación. En esencia constituyente básico de ese correlato de hechos que se empeñan en conformar la realidad, obstinada a veces, no lo olvidemos, cuando se empeña, de todas, todas, en manifestarse arbitraria unas veces, olvidadiza otra, pero siempre, siempre, obstinada.

Y fruto de esa obstinación, se produce uno de los hechos más repetidos a lo largo de su propia historia, el que se cumple irreversiblemente cuando comprobamos cómo siempre se empeña en repetirse. Asistimos así a la prueba tantas veces buscada en el análisis de acontecimientos cifrados en el pasado, de los motivos y las causas que pueden llevar a una persona o grupo social determinado a adoptar, en un momento determinado de la Historia, comportamientos y decisiones que, de manera evidente, se han manifestado contraproducentes para con ellos mismos.

Y es llegados a este momento, y una vez rescatados del pasado para retornar a nuestro siempre por sobrevalorado brillante presente, cuando podemos comprobar con el sobresalto propio de las sorpresas desagradables, que ni todo el conocimiento de la realidad, ni toda la capacidad de interpelación propia del sobrado conocimiento de la evolución de los acontecimientos en la Historia, pueden prepararnos para impedir o evitar ciertos sucesos.

Así, y sólo así, podemos justificar, que no entender, cómo es posible el retorno triunfal y por la puerta grande que del “Despotismo Ilustrado” hemos no sólo permitido, sino abiertamente festejado.

Nuestro pasado inmediato se halla implícito en una época de bondades y grandezas. Una época en la que la sobreproducción propia del mundo civilizado se manifestaba en una sobreabundancia que daba pie sobrado a la conceptualización, y al pensamiento. Fruto de ésta consignación, desarrollamos un Sistema de Pensamiento, que redundó en un Sistema Político que, repitiendo los errores del pasado, no sólo no entendía como podían haber existido otras formas de hacer las cosas, sino que en si mismos se consideraban manifestación explícita de la perfección conceptual. Explicábamos cualquier otro Sistema, Monarquía, Dictadura, Autarquía etc, con el desdén propio de aquél que desprecia el pasado por obsoleto, y a los que en el mismo vivieron, como pobres ignorantes, esclavos de un Sistema que les era inaccesible en tanto que ajeno a ellos.

Y es entonces cuando de nuevo, el pasado se yergue ante nosotros, para, apelando a nuestra humildad, promovernos un ejercicio de autoanálisis cruelmente reforzado con la bofetada sonora que nos propicia a hacernos ver como hoy, en medio de todo nuestro conocimiento, presas como somos de la embriaguez del que todo lo sabe o cree saberlo, nos encontramos inmersos en la justificación bochornosa de esos Sistemas de Gobierno que hace apenas cinco años pensábamos totalmente superados, totalmente condenados al ostracismo.

Ha sido el monstruo latente, El Capitalismo, por medio de su largo brazo, la especulación, el que los ha hecho resurgir de las cenizas conceptuales que supone inexorablemente la inclusión en un temario de Historia.

El Despotismo Ilustrado ha vuelto, y lo ha hecho para quedarse. Para estos bueyes no hacían falta alforjas.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.



lunes, 31 de octubre de 2011

DE LAS AFECCIONES PULMONARES, Y DE SUS EFECTOS EN EL LIBRE DISCURRIR DE LOS ACONTECIMIENTOS.


Una vez más, llevado por esa extraña fuerza basada todo hay que decirlo en la convicción de que de la lectura de lo escrito por los rivales, emanan mejores displicencias de cara al desarrollo de los razonamientos propios, es por lo que me enfrento a la lectura del espacio, no lo llamo columna porque de ello se derivaría ofensa hacia la etimología estructural del término, que ese maravilloso diario le cede puntualmente al Sr DRAGÓ.

De la sorpresa que inicialmente suelo sentir una vez que las postrimerías del primer párrafo me producen, paso en esta ocasión a la indignación. Fíjense en el estado hacia el que me ha conducido la burla que hoy nos ha regalado, que la incredulidad me ha llevado a dedicarle no sólo más tiempo del deseado, sino que abiertamente he necesitado de una segunda lectura completa para poder valorar en su justo precio la cantidad de barbaridades morales que hoy trascendían de lo dicho en el hueco.

En medio de lindezas lúcidas habituales, de peticiones ya para nada encubiertas del voto, y de otras salidas de pata de banco a las que por otro lado nos tiene acostumbrado aquél que, por primera desiderativa se aplica, como tantos otros, el derecho a inmolar en el altar de la Razón aquellos y estos argumentos los cuales son dignos de estar sometidos al juicio de la aburrida ya, por traída y llevada Libertad de Expresión; vemos hoy superado con creces el límite de lo estrictamente aceptable, al encontrar afirmaciones categóricas del tipo de que las cuatro siglas, a saber las del PSOE, son hoy en día responsables de la debacle de España, como en su día lo fueron, por sus denodados esfuerzos, del inicio de la Guerra Civil.

Estimado Sr. De parecida cuando no de igual manera que usted, y los que son como usted, se rasgan las vestiduras aduciendo que vivimos en un Sistema en el que los Terroristas se aprovechan de los vacíos, para obtener privilegios, es la tesis que traigo hoy a colación para sonrojarme de que usted, y personas como usted, se solacen de la Democracia, y de los privilegios que esta comporta, para poder escribir cosas como esta.

Creo en cualquier caso que no es necesario les indique a usted, y a los que son como usted, quiénes fueron los que no tuvieron más paciencia para salir a la calle a pegar tiros, en pos de ésta, su España, la cual reclaman con tanta fuerza de nuevo.

Así que Sr DRAGÓ, gracias, de verdad. Su existencia, la de usted y la de personas como usted, nos proporciona argumentos en base a los cuales seguir cimentando la tesis de que España no se merece a rellenadotes de hueco como usted, ni a aquéllos que, estando por encima de usted mueven los hilos destinados entre otras cosas a que usted vea cumplido, el próximo día 20 de noviembre, el que sin duda es su más público deseo.

Como me ha dicho un buen amigo esta mañana Y tú me llamas Facha, cuánto mejor estaríamos si todos ellos fueran como dices que soy yo.

Pd. De verdad, lean en EL DIARIO EL MUNDO, las palabras objeto del presente.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.


viernes, 21 de octubre de 2011

DE UN NUEVO AMANECER, DE CUANDO LA ESPERANZA DEJA DE SER EL CAMINO, PARA CONVERTIRSE EN LA ELECCIÓN.


La agonía de las últimas luces se ve prolongada por la presencia de las últimas sombras del día que, aturdidas por la aparición de las primeras farolas, desdibuja el asfalto dando paso a figuras espectrales, rocambolescas…fantasmagóricas en cualquier caso.

El toque de duelo procedente de la campana de la Iglesia, compite con ventaja, aunque sólo sea histórica, con el sonido procedente de la grabación que suena, con facciones inhumanas, anunciando la llegada de cada nueva hora, procedente en este caso del otro símbolo del poder, en este caso más o menos laico, como es el reloj ubicado en la espadaña que se cobija a duras penas entre los tejados, ostensiblemente más bajos y humildes, de las casas que, junto al Ayuntamiento configuran la plaza que bien podría ser de cualquiera de nuestros pueblos.

Un niño asustado, a medio esconder tras el bisillo de la cortina, espera un día más la llegada de la inexorable oscuridad. Con la mirada, le pide a su madre que le proteja de la noche. No sabe muy bien por qué, sólo es consciente de que la oscuridad, lo desconocido, le sumen en el lento tedio del miedo, en la inexorable angustia que precede al pánico.

Y si el deseo del niño de salvar la oscuridad gracias a la acción de su madre, se nos antoja bonita tan sólo en el contexto en el que la protección de una madre puede serlo; entendida dentro del juego de la apuesta de esperanza que la idílica imagen nos reporta.

Y llega el alba. Los incipientes rayos del abrumado sol de octubre inician un día más su lenta danza encaminada a hacer desaparecer a aquéllos, sus enemigos, los que se empeñan en impedir que su gratificante acción llegue al suelo, calentándolo, enriqueciéndolo; y que en esta ocasión adoptan la forma de brumas tumultuosas.

Sin embargo, en esta ocasión algo nuevo se mece en el ambiente. Todos sabemos que algo no por deseado, Menos importante, ha ocurrido definitivamente, postergando en nosotros, como el sabor que deja en nuestra boca la última onza de chocolate, el dulzor propio de los grandes momentos.

Porque, en definitiva de eso se trata, de certificar explícitamente la consecución de un gran momento, de algo eternamente soñado, de algo por todos deseado.

Porque si, hoy es el primer día en el que ya han nacido niños libres de esa marca, de ese estigma en el que para la sociedad española se había convertido ETA. Hoy nace una generación para la que el conocimiento del miedo, del terror, y lo que es incluso más dañino, de la desconfianza en los que te rodean, será tan sólo objeto de estudio a través de lo que figure en los libros de Historia.

Hoy ha comenzado a nacer la primera generación totalmente libre que este país conoce desde 1959.

Y eso constituye, en sí mismo, un hecho digno de ser festejado. Secundando la propuesta que desde la mejor de las voluntades hizo ayer alguien, hoy debería ser fiesta nacional porque, ¿Cuánta gente va a poder decir a lo largo de su vida que ellos fueron testigos de la disolución de una Banda Terrorista?

El tiempo, en su vorágine, lo absorbe todo, dilapidando incluso aquello que constituye la base y fundamento de la condición humana. Me estoy refiriendo al componente sentimental del Ser Humano. Aquello que nos reporta nuestra condición de personas, lo que en definitiva nos hace ser lo que somos.

Y de ello somos testigos hoy mismo. La velocidad con la que han transcurrido los acontecimientos, ha dejado sin capacidad para reaccionar a muchos cuya reacción precisamente nos resulta imprescindible analizar a aquellos que necesitamos de las mismas para confeccionar un marco de suposición y de posterior acción.

Por ello, llegados a este extremo, por otro lado tan deseado, no seremos nosotros quienes acompañemos con nuestras palabras, o incluso con nuestros silencios, a los que sin duda siguen con el paso cambiado, hasta el punto de sentirse mal porque su cojera no es el denominador común del nuevo paso que embarga ahora a España. Otro momento, y otro lugar, recogerán más pronto que tarde esos discursos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

Día N+1 del fin de ETA.


miércoles, 12 de octubre de 2011

DE LOS CALORES PROPIOS DE JULIO, Y DE LAS PASIONES QUE DESPIERTA.


Resulta evidente, que las fiebres y los calores que nos rodean y se empeñan en mantenerse con nosotros, pese a propios del mes de julio, deben de tener necesariamente alguna clase de influencia en la mentalidad de aquellos que, bien por aprendices de brujo, o simplemente por constituirse en salvadores de la patria, deciden sobre la obra, vida y milagros, de aquellos sus coetáneos que desgraciadamente para ellos comparten tiempo, cuando no ubicación geográfica.

Desde aquél catorce de julio de 1789, en el que un nutrido grupo de famélicos, eso si encabronados franceses decidieron lanzarse románticamente contra La Bastilla, poniendo en evidencias las miserias de un Sistema que no sólo por absolutista, sino principalmente por estar en manos de un beodo político; se hacía pedazos; hasta un dieciocho de julio en este caso de año más cercano, y a la sazón y por proximidad más infausto recuerdo, en el que un aprendiz de caballero español decidió que un grupo de desarrapados, a saber y tal vez los perro-flautas del momento, no iban a mandar sobre él, podemos citar un sinnúmero de acontecimientos cuyo fin no podemos citar con precisión, aunque sí podemos ubicar su principio, julio.

Y en julio nos hemos quedado estancados, y para más señas, con Alemania de por medio. Desde que en julio de 1521 un jovencísimo Carlos I de España, (Y V de Alemania), pusiera pie en tierra, los designios de España y Alemania han estado entretejidos por la misma secuencia, la que marca la construcción de Europa y su proyecto, un proyecto que, para bien o para mal siempre ha estado cifrado según el código que estas dos potencias han marcado.

Europa nació siendo un proyecto económico ( no en vano Carlos fue nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico a golpes de los Kilos de oro que se cargaron desde las Cortes,) sin embargo, hubo de ser a través de Felipe II, probablemente el gobernante que, a pesar del tiempo transcurrido, mejor ha sabido comprender la valía del proyecto europeo. Fueron en este caso los problemas de intransigencia religiosa, ubicados de nuevo en Alemania, si bien con la participación de por las todavía entonces colonias de Países Bajos, con la crisis de los hugonotes, los que desestabilizarían Europa. Si bien, la rápida e incuestionable reacción del monarca en pos de garantizar la valía y la vigencia del proyecto, no dejó lugar a dudas sobre el proceder que se debía seguir al respecto, ni en aquél lejano pasado, ni en potenciales futuribles. Y de nuevo para ello fue imprescindible dar un toque de atención a Alemania, y de paso regalar un cogotazo a Inglaterra y a Francia, que tomaron cumplida nota por aquello del aviso a navegantes.

Y por eso hoy, observamos con el desasosiego del abochornado, y con la congoja del que ya no tiene ganas de más, el espectáculo por el que se subastan el proyecto europeo.

Que Europa renaciera al presente a través de un acuerdo comercial, aquél vetusto Benelux con el que Bélgica, Holanda y Luxemburgo jugaban a cicerones, fue algo impresentable. Y por impresentable no podía hacer sino empeorar con aquella reunión la que dio paso al Pacto de Roma, que aparentemente saldaba todas las deudas, incluidas las futuras.

Acciones como esta devolvieron la esperanza de que el proyecto Europa recuperase en algún momento su transfondo social, ese que nunca debió perder; sin embargo, maniobras como las de Maastricht, y más concretamente el marcado giro hacia la exclusividad económica, pronto nos hicieron comprender que la teoría europea había sido pervertida para siempre.

Y así estamos hoy. Narcotizados, sodomizados. Sumergidos en una vorágine de autocastigo, en la que el exceso de culpa, nos hunde en la miseria del pavor. Nuestro horizonte de sucesos se estrecha peligrosamente, impidiéndonos ver más allá de dos palmos, que es en realidad la distancia desde la que están llevando a cabo sus cambalaches aquellos que, una vez más se reparten los despojos del cadáver que ellos han ayudado a matar.

Porque eso es lo que han hecho, unos, y otros. Desde el FMI, hasta el BCE, pasando qué duda cabe por la Cancillería del Reich, (huy, perdón, de la Alemania Reunificada) la cual, a través de la acción, o lo que es peor de la falta de acción de una nueva Dama de Hierro que decide sobre la nueva forma de muerte de Europa; consiente con ojos misteriosos, la caída de aquello que, como uno de sus predecesores, de recuerdo funesto, nunca fue capaz de calibrar. No seré yo quien diga que se está cobrando las deudas de los rencores de su particular Tratado de Versalles.

Y mientras, Estados Unidos de América. ¿Alguien puede decirme si el que fuera el último dinosaurio del planeta era consciente de que tras él, sólo quedaba la extinción? De lo que no me cabe duda es de que con la más que pronta caída de EE.UU. se cierra de manera definitiva una manera de hacer política, una manera de comprender el mundo. Europa, paladín del Capitalismo, entrega la cuchara. Que nadie se confunda, tanto el país, como lo que es mejor, la forma de concebir el mundo, que es lo que en definitiva representa, languidecen, heridos de muerte, comprobamos como China, y los miles de millones de dólares americanos que tiene en sus arcas, no necesitan actuar, ni en uno ni en otro sentido. Nunca mejor dicho, les basta con esperar. Aunque esperan creciendo a un ritmo de crecimiento del 9,5%, tal y como confirma el estudio del segundo trimestre del presente 2011.

En definitiva, el cambio prometido ya está aquí. Como en el cuento de la vieja y la cebolla, que cada cual vaya haciendo recuento de sus acciones, porque el Capital ha sido sentado en el banquillo, y su juicio se acerca y es inminente, a pesar de todo, eso es algo que me produce profunda satisfacción.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

sábado, 17 de septiembre de 2011

CUANDO EL DESPLOME SE HACE INEVITABLE, DE CUANDO LA HUIDA HACIA DELANTE NO ES SOLUCIÓN.


La agonía de las últimas luces se ve prolongada por la presencia de las últimas sombras del día que, aturdidas por la aparición de las primeras farolas, desdibuja el asfalto dando paso a figuras espectrales, rocambolescas…fantasmagóricas en cualquier caso.

El toque de duelo procedente de la campana de la Iglesia, compite con ventaja, aunque sólo sea histórica, con el sonido procedente de la grabación que suena, con facciones inhumanas, anunciando la llegada de cada nueva hora, procedente en este caso del otro símbolo del poder, en este caso más o menos laico, como es el reloj ubicado en la espadaña que se cobija a duras penas entre los tejados, ostensiblemente más bajos y humildes, de las casas que, junto al Ayuntamiento configuran la plaza que bien podría ser de cualquiera de nuestros pueblos.

Un niño asustado, a medio esconder tras el bisillo de la cortina, espera un día más la llegada de la inexorable oscuridad. Con la mirada, le pide a su madre que le proteja de la noche. No sabe muy bien por qué, sólo es consciente de que la oscuridad, lo desconocido, le sumen en el lento tedio del miedo, en la inexorable angustia que precede al pánico.

Y si el deseo del niño de salvar la oscuridad gracias a la acción de su madre, se nos antoja bonita tan sólo en el contexto en el que la protección de una madre puede serlo; no debería de ser menor la sensación de inseguridad que debería acompañar nuestro estado, una vez comprobados la forma en la que, uno tras otro, todos y cada uno de los métodos que mamá Alemania y papá Francia han ido aplicando, en el vano ejercicio de intentar mantenernos alejados de esa gran y definitiva oscuridad que parece ser la Crisis en la que vivimos.

Lo único que diferencia un Sistema de una mera acumulación de cosas, pasa por entender la existencia de un código, de un reglamento qué, aceptado por todos, le confiere a este una nueva forma de ser, la cual no podía obtener por sí sólo, o en coordinación con otros. De esta manera, podemos afirmar que lo único que a día de hoy nos permitía seguir confiando en el Capitalismo, era el abandonarnos a la convicción de que la existencia de esas reglas, así como la certeza de que todo el mundo las compartía y aceptaba, nos permitía seguir disfrutando de la solvencia que procede de pensar que, en vista de que los actos son previsibles, esto es, ante unos acontecimientos son previsibles unas consecuencias en forma de determinadas decisiones, siempre podríamos anticipar en mayor o menor medida la escala de acontecimientos.

Sin embargo, a día de hoy, este precepto se ha roto. La más que sorprendente decisión tomada por los Sistemas de Control Financiero de la Economías más poderosas del Mundo, entre las que destacan el propio BCE, y el Fondo de la Reserva Federal del Tesoro Americano, de inyectar directamente dólares en las economías, sobre todo en la europea, de cara a mejorar su liquidez, y las de sus sistemas financieros impidiendo así la más que previsible Recesión que se avecina para antes del invierno, no hace sino poner de manifiesto lo tremendo en términos reales de la actual situación de crisis en la que nos encontramos.

En términos conceptuales, tal decisión es aberrante ya que, supone la destrucción de base de algunos de los principios que son el puntal del Capitalismo. Se trata en definitiva de una acción cercana al intervencionismo, en tanto que promueve la modificación del precio de las cosas mediante la adopción de una serie de medidas que están fuera del marco de control del propio mercado. En principio, y con la mayor de las salvedades, estamos cerca del concepto de la moneda de vellón.

Sin embargo, todo lo que promueve esta disquisición no es sino el planteamiento de dos preguntas. La primera es bastante sencilla. ¿La aceptación a nivel internacional de este tipo de medidas, supone el reconocimiento implícito de que el Capitalismo ha fracasado, comenzando con ello los gobiernos a buscar un nuevo marco más garantista en el que ubicar el nuevo mundo? Y en cualquier caso, una segunda pregunta que surge a colación directa de la anterior: Si tras tres años desde la caída de L. Brothers, estas son las únicas formas de salir de la Crisis, ¿Por qué se ha hecho necesario tanto sufrimiento para que los Sistemas de Gobierno empiecen a sumar esfuerzos para cumplir con sus obligaciones?

La sorpresa con la que asistimos algunos a la farsa de proceso mediante la que Gobierno y Oposición se juntaban para modificar la Constitución, y en cualquier caso allanarse el camino de la próxima legislatura; se ha tornado en desilusión y algo más cuando nos hemos parado a pensar en lo necesario y positivo que podía haber resultado esta unión, a lo largo del periodo político que ha confirmado el último año. Sin caer el los anacronismos de un Gobierno de Concentración, pero alejándonos de los planteamientos propios de la Política del Solar que se han puesto en práctica en los últimos años, queda el término medio de la virtud aristotélica. Apelando a ese principio, bien podríamos decir que tan responsables son unos como otros, a la hora de valorar la actual situación.

¿Qué ha motivado la adopción de medidas de tamaña magnitud? ¿Qué ha cambiado hasta tal punto en el panorama internacional que faculte y haga asumible la adopción de semejantes medidas? Dicho de otra manera, ¿es que acaso las víctimas que se han ido quedando por el camino eran menos importantes?

En definitiva, una vez más, hemos de promover, de pedir y rogar, la imprescindible responsabilidad de nuestros representantes, de nuestros gobernantes. De no ser así, que empiecen a pensar que el día se acerca, su juicio se aproxima y será inexorable.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

martes, 21 de junio de 2011

DE CUANDO LO ÚNICO QUE TENEMOS ES LA CERTEZA DEL ABSOLUTO DESCONOCIMIENTO HACIA AQUELLO QUE NOS RODEA.



Para pleno conocimiento y posterior cumplimiento del Común:


Mirad vosotros que yo, Nicolás Eymerich, Inquisidor Mayor de Aragón, de Rango Múltiple en tanto que así reconocido por su Excelencia el Sumo Pontífice de Roma; vengo de nuevo, a poner de manifiesto algunas de aquellas cosas que, si bien ya han sido comentadas y reseñadas en las incontables calendas que redundan de mi época; no es menos cierto que su incumplimiento, bien por incompetencia, cuando no por mera dejadez, hacen más que necesaria de nuevo la reflexión fría, de este que de nuevo os saluda y habla.

Miro con estupor a mi alrededor, y, una vez más, como tantas y tantas veces, lo que recojo de las miradas cargadas de sueños propias de los niños; y de los ojos cargados de miradas de los mayores, vuelve a ser, como tantas y tantas otras veces, aquello que de nuevo se presenta ante nosotros. La renovada imagen del miedo, del estupor, ante lo desconocido.

La Dialéctica que ya le fue propia a mi maestro, Aristóteles, se posiciona una vez más como único vestigio de la razón dentro de este maremágnum en el que se ha convertido, de nuevo, la realidad del Hombre Actual.
La Historia se repite, punto por punto, en todos y cada uno de sus hechos. La aparente actualidad, hace cumplidos esfuerzos por parecer distinta. La Realidad que nos circunda se renueva día a día para, a cada instante, poner de manifiesto que, a estas alturas, realmente resulta complicado poner nada nuevo bajo el sol.

Y es precisamente de este canto al pasado, de donde paradójicamente pueden extractarse las mejores lecciones de cara al soslayo, cuando no directamente a la solución de ese tan repetido a lo largo de la Historia, fenómeno que se ha dado en llamar “Crisis”. Porque sí, que nadie se confunda, las crisis, en sus incontables métodos y con sus fenomenologías que les son propias; han estado presentes en la Historia de manera específica. Porque si de algo no ha de quedar duda, es de que ellas son parte imprescindibles no ya de la Historia Social del Hombre; sino del hecho incuestionable que se manifiesta desde el momento en que sólo la manera de afrontar, y por ende de solucionar estas crisis, depende de manera implícita la Evolución Social del Hombre.

Una de las sorprendentemente pocas cosas que diferencian al Hombre actual, del propio de mi época, no es otra que la que se manifiesta cuando podemos afirmar que el Hombre actual puede conocer a ciencia cierta el hecho por otro lado indescifrable para el Hombre de mi época; esto es, el hecho de hallarse inmerso en una Crisis. Lo que acabo de referir no es vacuo, ni mucho menos ambiguo. Lo dicho se resume en el corolario lógico de que sólo aquél que es consciente de que habita en un problema, se encuentra a priori capacitado para buscar las mejores soluciones al mismo. Así, el ente social moderno, que tiene por convencional vivir conforme a una serie de sensaciones de tranquilidad, tanto económica, como Social y de familia (Estado del Bienestar creo que lo llamáis), es por primera vez consciente de las más que previsibles consecuencias que sobre este vayan a tener circunstancias un tanto genéricas, y que se agrupan en torno a lo que llamáis, Crisis.
A título de comparación, pensad tan sólo en el hecho vital que le era propio al Hombre de mi época. Hambrunas, Pestes, y el azote acompasado de la Guerra, eran el denominador común de su vida. Por ello, el no disponer de recursos temporales que le permitieran abandonar mentalmente aquella perspectiva, imposibilitaban, generación tras generación, el que aparecieran elementos competentes a la hora de promover visiones nuevas.

Por ello, llegados a este punto, hay que sentar la primera máxima: Sólo a partir de las soluciones que se dispongan a este examen social que se ha dado en llamar crisis, podrá determinarse, entre otras cosas, el tiempo que tardemos en entrar en otra, así como la magnitud de la misma.
Dicho de otro modo, en vuestras manos, y solo en las vuestras están las respuestas a preguntas tales como hasta dónde y cómo llegaremos.

En esencia, la cuestión aparece bastante clara, y perfectamente perfilada. Sólo el hedonismo de los hombres modernos, les impide mirar en el pasado en busca de aquellas que en su momento supusieron respuestas y abiertas soluciones a crisis pasadas.
Sin embargo, si no saber mirar atrás en busca de soluciones, supone un grave error, no sería menor el empeñarse en dar respuestas viejas a cuestiones nuevas.

Por ello, se me eriza el bello bajo el hábito, a la par que mi instinto se pone en guardia a la espera de la consumación de un peligro inequívoco, cuando escucho a la Sra AGUIRRE, a estas horas ya investida de nuevo PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID, afirmar de manera taxativa que el Liberalismo ha de ser la vía que nos saque de la crisis.
Ciertamente, una de las circunstancias que más claramente marcan la diferencia entre la época que me es propia, y esta tan maravillosa que vosotros vivís, es precisamente el vicio que habéis adquirido para complicar las cosas como método habitual de trabajo. Volviendo a citar a Aristóteles por aquello del argumento de autoridad, vosotros os empeñáis en complicar las cosas añadiendo variables allí donde no las había o se presentaban en poca cantidad. Nosotros las simplificábamos, procediendo de acuerdo a los métodos que el Maestro definió con erudita precisión, esto es, analizamos para comprender.
A modo claro de ejemplo. Una de las pocas conclusiones que habéis alcanzado en pos del asunto de la crisis, es aquella que se resume en la demostrada convicción de que la excesiva permisividad demostrada para con los distintos procederes de la actividad financiera, bien pudiera estar en la base de una serie de acontecimientos que, unidos a la incapacidad del Sistema para arbitrar los métodos de control imprescindibles, han acabado por confeccionar un marco en el que la excesiva especulación ha arruinado a los propios mercados.
Como sorprendente conclusión, ponéis en marcha un complejísimo método encaminado a sacar a flote a las Entidades Financieras, las cuales son la imagen de la catástrofe.

Nosotros, simplemente, hubiéramos quemado al usurero acusado de enriquecimiento desmedido en tanto que ha soslayado todas y cada una de las buenas prácticas que rigen su actividad.
Luego hubiésemos dado muerte por decapitación al Sheriff del condado donde se hubieran producido los dislates, precisamente por ser incapaz de desempeñar su labor con respeto al cargo.

Seguro que, hoy por hoy, hay capacidad para encontrar un “Virtuoso Término Medio”, que diría el insigne Aristóteles.


Recordad, las hogueras vuelven a arder. Su Juicio se acerca, y es inminente.


Nicolás EYMERICH.

jueves, 9 de junio de 2011

DE CUANDO EL ANSIA DE RESPUESTA NOS LLEVA AL OLVIDO DE LAS PREGUNTAS.


Para pleno conocimiento y posterior cumplimiento del Común:

Mirad vosotros que yo, Nicolás Eymerich, Inquisidor Mayor de Aragón, de Rango Múltiple en tanto que así reconocido por su Excelencia el Sumo Pontífice de Roma; vengo de nuevo, a poner de manifiesto algunas de aquellas cosas que, si bien ya han sido comentadas y reseñadas en las incontables calendas que redundan de mi época; no es menos cierto que su incumplimiento, bien por incompetencia, cuando no por mera dejadez, hacen más que necesaria de nuevo la reflexión fría, de este que de nuevo os saluda y habla.

Una vez más, el Tiempo, en tanto que creación Humana, y por ello demoníaca, pone de manifiesto su famélico origen jugando al escondite con aquel que se cree soberbiamente su creador, el Hombre. Por ello, basta ver con qué satisfacción este se regocija arredrando al que en principio es su formante para, finalmente, humillarle al hacerle reconocer su soberbia ante la incapacidad de explicar de manera sencilla, como sin duda deben de ser todas las explicaciones que proceden del conocimiento, cual es la verdadera naturaleza de una característica propia del Tiempo, cual es, a saber, su rango de infinito.

Es el Tiempo, al parecer infinito. La única forma de acceder a ese concepto que tiene el Hombre, procede de la comprensión gráfica de una circunferencia. En ella, a saber, esa naturaleza se manifiesta en tanto que la distancia más lejana a un punto, es en realidad el punto más cercano. Esta paradoja, a priori comprensible tan sólo desde el punto de vista geométrico, tiene en nuestra actualidad un excelente foco de explicación en el campo de la Sociología, y más concretamente en el de una de sus asignaturas maestras, la Política.

Una vez más la realidad se encarga de poner de manifiesto la circunstancia fundamental que justifica todo lo anterior, y que no es otra que la que aparece de reseñar la continua repetición que de Periodos, Ciclos: Épocas y Momentos, se nutre continuamente eso que los Hombres se han dado en llamar Historia, para esconder una realidad según la cual esa aparente e irresoluble complejidad que parece secundar al concepto de Tiempo Infinito; puede en realidad explicarse a partir de la repetición más o menos ordenada de estructuras temporales fijas y conocidas.

Dicho de otra manera, a menudo, el reconocimiento de ciertos fenómenos históricos, nos permitiría anticipar con suficiente precisión comportamientos posteriores de los hombres que en ellos coexisten, respetando siempre las características propias de cada momento, sus peculiaridades.

En resumidas cuentas, el actual periodo de crisis en el que se habita, presenta con todos los demás de la Historia; y desde la perspectiva de mi tiempo he visto muchos, en los más de siete siglos que me contemplan, la condición definitoria de considerarse, y hacerse considerar por los que la sufren, la crisis más importante y horrible de cuantas se han desencadenado sobre la faz de la Tierra.

Sin embargo, dicho esto, es igualmente de justicia reconocer el hecho de que, a pesar de los múltiples puntos en común que a esta se la reconoce con las muchas otras acaecidas; algunas son las circunstancias que sí le son propias, y a la sazón definitivas.

Lejos de entrar en análisis profundos, y librándonos igualmente de lo tendencioso a lo que nos arrastra lo superficial, diremos sin ánimo de equivocarnos, que el hecho económico, o más concretamente la circunstancia financiera se encuentra en la base de todo el entramado que ha dado pie a la catástrofe. Pero, sinceramente, ¿Tiene algún sentido acusar a un hecho o circunstancia creada por el Hombre, de ser la culpable de algo que afecta tan trascendentalmente al propio Hombre? Para que se me entienda, ¿no será que la avaricia, el ansia de poder ilimitado, la especulación? Está en realidad detrás del fenómeno que hace distinta a esta crisis, a saber la caída a los pies del Capital de los principios morales del Hombre.

Asumir eso, no es sino terminar por comprender el verdadero calado de esta la actual crisis. Lo estrictamente económico ha quedado superado. La aparente búsqueda de soluciones ha dado pie a la transgresión definitiva. Una vez más el Hombre ha olvidado el orden de las cosas. El fin justifica los medios, y como siempre los valores son los que primero caen en la batalla, tal vez porque son los que marchan a la vanguardia del Hombre, sencillamente por que es lo último que este ha adquirido en su lenta carrera hacia el abandono definitivo de su condición de animal.

Así, que nadie se confíe. La Serpiente vuelve a estar próxima. Se enrosca en torno a un tronco, y ha comenzado a devorarse a sí misma. Pero el tiempo y la paciencia han aparecido en ella, ha aprendido, y lo que es peor, sabe que tiene tiempo.

Recordad, las hogueras vuelven a arder. Su Juicio se acerca, y es inminente.

Nicolás EYMERICH.

martes, 31 de mayo de 2011

DESDE LA PRIMERA PERSPECTIVA, LA DEL TIEMPO.


La verdad es que desde la noche del pasado domingo no he tenido fuerzas, no ya para analizar los hechos con los que la Realidad nos ha abofeteado, sino tan siquiera para sentarme a plasmar en pensamiento cualquier hecho al que hacer alusión.

Sin embargo, una vez superado el mal trago, que no te quepa duda, existe, considero oportuno, máxime si además tú así me lo pides, llevar a cabo algunas reflexiones, no con el ánimo de explicar, ni tan siquiera de minimizar, los hechos acontecidos el pasado veintidós de mayo.

En primer lugar y por adelantado, las elecciones no las gana el que opta al Poder, las pierde invariablemente aquél que gobierna. Este hecho, que parece una obviedad, alcanza su expresión máxima en situaciones como la que nos ocupa, a saber, cuando todo intento de llevar a cabo la exposición de un Programa Electoral plausible, o sea, mínimamente atractivo, choca de plano con la realidad que este caso se manifiesta en la propia acción de Gobierno, y que en este caso muestra desde negociaciones laborales fracasadas, hasta políticas impopulares en general, pasando por congelaciones de sueldo a funcionarios. En definitiva, la sempiterna presencia de la crisis, que todo lo contamina, se ha mostrado como el verdadero motor de la Campaña. Y todo ello recuerdo, inmersos en una Campaña Electoral que para colmo ha estado polarizada por dos grandes asuntos, a saber, la llegada de la izquierda abertxale, y la irrupción del movimiento 15 de mayo.

Así dicho, de plano, al Partido Popular bien le hubiera bastado con esperar sentados la llegada de la fruta madura. O al menos muy probablemente ese constituiría el mejor consejo que cualquier analista avispado podía haberles dado. La causa, evidente: ¿Por qué arriesgarse a pifiarla diciendo algo inadecuado, por ejemplo desvelando el verdadero Programa del Partido?

Sin embargo, por más que semejante postura pudiera mostrarse, incluso a la larga ser hasta beneficiosa para los electores en forma de tranquilidad, alguien les indicó a los aprendices de brujo, a saber Sr. Blanco y Sra. de Cospedal respectivamente, que así no valía, que no era del todo lícito; y ambos se lanzaron a la loca carrera que supone la sinrazón de una Campaña en España. Evidentemente, como te puedes imaginar, esta línea de actuación pronto tuvo sus consecuencias. Por parte del equipo “reserva”, enseguida se empezaron a correr riesgos que se manifestaban en forma de prometer cosas que sólo son comprensibles no ya como tales, sino inmersas en ese plano de realidad propia que lo constituye la Campaña Electoral. Pero es que por parte del equipo “titular” a saber el Gobierno, las opciones no fueron mucho mejores. Además, su ejercicio de gobierno, para qué lo vamos a negar, de giro hacia la derecha, venía a contradecir cualquier atisbo de luz que una promesa mínimamente creíble pudiera aportarnos, a aquellos que queríamos creer.

Y en medio de todo esto, el Sr. Rajoy encuentra su particular Piedra de Rosetta. “Hagamos que estos Comicios se conviertan en un Plebiscito, en una Primera Vuelta de unas Elecciones Generales.” Genial, en esencia no se trata sino de engañar una vez más al Común, el cual acude a votar en un contexto ya lo suficientemente viciado, para que además le cambien las reglas una vez comenzado el partido. Total, a nadie parece importarle el hecho de que se nos usurpe el derecho a decidir sobre las instituciones más cercanas a nosotros, a saber aquellas que más influyen con sus decisiones en nuestra vida. Vamos cualquier cosa.

Y así ha transcurrido en cualquier caso el primer episodio de esto que todavía algunos deseábamos fervientemente fueran nuestras elecciones a Ayuntamientos.

Entonces aparece en escena el asunto de la mal llamada izquierda abertxale. Si un Partido cumple la Ley, es legal, parece bastante sencillo de entender, incluso para un Magistrado de la Sala del 61, del ramo conservador. Pues parece que no es tan sencillo de entender. Y no contentos con eso la cosa se complica hasta el punto de acabar en el Constitucional, como si este fuera el Tribunal de Casación del Supremo, al que, dicho sea de paso, hemos denigrado públicamente haciendo que su Presidente, Sr. Dívar, tenga que salir en Televisión para llevar a cabo unas declaraciones que algunos consideramos impropias, habiendo de justificar no ya una decisión, sino afirmando que la misma no se ha tomado bajo ningún tipo de coacción. Vamos, que la institución ha quedado francamente para chapa y pintura.

Y como colofón, el movimiento quince de mayo. “reflejo del viento renovador” para unos “ un atajo de antisistema desarrapados que podían irse a protestar a La Moncloa” para otros, a saber Sra. Aguirre.

Hastío, apatía, desidia y aburrimiento del Sistema. Esos son los ingredientes que constituyen el caldo de cultivo de un movimiento que irrumpe en la Campaña, no lo olvidemos, el mismo día que el Sr. Presidente del Santander elige para explicar que “los periodos de crisis para la mayoría constituyen el gran filón que otros aprovechamos para amasar nuestras fortunas.” Creo que no necesita comentario.

Pues parece que algunos han decidido que no solo necesita comentario, sino a saber incluso aclaraciones al respecto. Y por eso ahí siguen, y no contentos con eso, cada vez son más. Así empezaron hace 16 meses en Islandia, y mira donde están hoy.

Así que si, en resumidas cuentas, La Derecha ha ganado las elecciones, a saber con el siguiente número de bajas:

Î Ha pervertido de manera maquiavélica un proceso electoral, convirtiendo en Elecciones Generales lo que no eran sino las Elecciones a nuestros Ayuntamientos, aquellas en las que deberíamos elegir a aquellos tan cercanos como son nuestros vecinos.

Î Ha puesto patas arriba el Sistema Jurídico español discutiendo para ello todas aquellas decisiones que no le eran propicias, y no dudando en marginar a aquellos Jueces o Instituciones Judiciales que no le eran agradables.

Î Ha prendido la mecha de un movimiento como el del 15 de mayo, cuyas consecuencias hoy aún es demasiado pronto para valorar.

Así que sí, de verdad, podemos decir sin ánimo de equivocarnos que la Derecha ha ganado las Elecciones del 22 de mayo; pero con la Historia en la mano, entre las elecciones Locales del 12 de abril de 1931, y el famoso “España se acuesta monárquica y se levanta republicana”, pasaron apenas 72 horas.

Por eos ahora viene lo mejor. ¿Qué va a hacer? ¿Se dispone a estar once meses presionando al más puro estilo váyase señor González? O por el contrario va a tener los arrojos de presentar una moción de Censura.

Once meses a ese ritmo son insostenibles, tanto para el que los lleva a cabo, como para el que los soporta. Sin embargo, una Moción de Censura tiene consecuencias en forma de responsabilidad porque, sinceramente ¿Quién a día de hoy apoyaría al Sr Rajoy para desbancar al Sr. Zapatero de la Presidencia mediante la opción del Congreso.?

Pero esta, y otras cuestiones serán objeto de otro análisis, mañana por la mañana.

Luis Jonás VEGAS VELASCO-

domingo, 22 de mayo de 2011

EL COMIENZO DE UNA NOCHE CUYAS CONSECUENCIAS SE PROLONGARÁN EN EL TIEMPO, EN LA TRASCENDENCIA.


La Noche Electoral es ya un hecho pretérito. Atrás han quedado los panfletos, los discursos… los dimes y los diretes. La suerte está echada, y lo único que a estas alturas queda claro es que el cambio ha llegado, y lo ha hecho para quedarse.

Lo más difícil está hecho, y lo más difícil no era sino devolvernos a todos el derecho a volver a creer, si no en la clase política, sí al menos en la propia Política. Los datos nos dan la razón, o al menos lo hacen aquellos datos que en realidad deberían preocuparnos, los que se refieren a la participación. EL PUEBLO ha salido a manifestar su opinión, y lo ha hecho con autoridad, con la autoridad que proporciona el saberse de nuevo depositarios de la PROPIA AUTORIDAD. El clamor está claro. Por primera vez en mucho tiempo los idiotas en las Polis han dejado abiertamente su lugar a los políticos.

Ahora es el momento de las responsabilidades. Responsabilidades que han de alcanzar tanto a los que se vean directamente implicados en ellos; como a aquellos que por omisión no sean capaces de pedir esas mismas responsabilidades. Y me estoy refiriendo directamente a los resultados de BILDU, y a la compleja implicación que estos tienen a la hora de dibujar no ya sólo el Mapa Político del país, sino especialmente a las consecuencias que las “maniobras” que a partir de mañana se desarrollen en pos de formar gobierno algunos estén dispuestos a efectuar. Así, el PNV tiene ahora una difícil tarea, aquella que se deriva del hacho objetivo de encajar en su trama los grandes resultados de BILDU, sin que parezca que la postura de la que en todo momento hizo gala en el penoso proceso de la legalización, les lleve ahora a patinar por aquello de la excesiva efusividad.

Pero si a alguien le afecta la responsabilidad derivada, en este caso del “Movimiento del 15 de mayo”; es a los denominados partidos minoritarios. Que a nadie se le escape. La segunda lectura del resultado electoral no es otra que la llamada de atención hacia el bipartidismo. Un bipartidismo que, de todas, todas, ha de interpretarse no ya en clave de Elecciones Autonómicas y Locales, sino en términos netamente ligados al medio plazo. Un medio plazo que no sólo afecta a las decisiones del propio movimiento del 15 de mayo, que a estas alturas no sólo permanece en las calles, sino que “amenaza”, bendita amenaza, con permanecer en las calles. Un medio plazo que afecta por otro lado a las aspiraciones del Partido en la Oposición.

Porque llegados a este punto, ha de recordarse necesariamente un hecho histórico. Las Elecciones no las gana el que opta, las pierde el que ha gobernado. Y este hecho, que es una realidad, se cierne en este caso como una Realidad amenazante. Una amenaza que parte del hecho cuyas semillas se han sembrado abiertamente a lo largo de la Campaña Electoral por parte del Partido que opta a gobernar. Un hecho que no es otro que el de convertir estos resultados en plebiscito en pos de las Elecciones Nacionales, sustrayéndonos con ello el derecho a elegir abiertamente a nuestros representantes más cercanos.

En esencia, es probable que nuevamente en la Historia de España, nos levantemos mañana en un escenario totalmente distinto a aquél en el que nos acostamos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL LARGO CAMINO HACIA LO LÚGUBRE.


Los caballos pifian. Una vez coronada la colina, superada la suave pendiente que les aleja de la ciudad, parece verdaderamente que el aire está más ligero, que es menos denso. Desde su llegada a Castres el Padre Nicolás no recuerda una sola tarde en la que el aire no esté viciado, cargado con esa extraña densidad que parece cargarlo todo por aquellas tierras, y que en cualquier caso a él parece perseguirle, para abotargarlo.

A pesar de todo, su labor está hecha. Como Inquisidor mayor de Aragón, ha sabido cumplir sus órdenes, y además lo ha hecho de una manera envidiable. Ha sido capaz de conjugar en una sola acción, el camino necesario para lograr el éxito en sus dos complicadas y a priori imposibles de coordinar propósitos. Ha sido capaz de reforzar el Poder de aquellos que le promovieron hasta allí, a la par que ha sabido poner fin a la herejía.

Pero lo gritos ensordecedores de sus víctimas resuenan en sus oídos. Su sueño será el precio que habrá de pagar. La jauría tiene hambre. Él la saciará.

Mientras tanto, el Padre Corona no parece estar muy de acuerdo. Sus hábitos dominicos conservan todavía el olor. La frase de Ricardo al tomar San Juan de Acre unos años atrás se hace sitio de nuevo: “Matadlos a todos, que Dios se ocupará de separar a los buenos de los impíos allá en el Cielo.”

Han transcurrido más de setecientos años, y sin embargo, asistimos un día más, desde la inmunidad que nos proporciona la apatía, a otro de esos episodios en los que el animal que llevamos dentro aflora, llevándose por delante de manera dantesca, por no decir macabra, aquello que ha tardado tantos años, que ha costado tanto tiempo, arraigar en nuestra conciencia. La capacidad para distinguir lo bueno de lo malo; de separar lo correcto de lo incorrecto. La capacidad para saber lo que está bien, y actuar conforme a ello.

La muerte de Bin Laden, o más concretamente la cadena de acontecimientos que se han sucedido una vez conocida la noticia, se han convertido en un ejemplo claro de lo que ocurre cuando la sociedad se convence a sí misma de que el mero paso del tiempo acarrea propiamente progreso. Nada hay más frágil en la condición del Ser Humano que su arriesgada apuesta por la Moral. La Moral, ese extraño hecho que nos proporciona la condición que nos hace humanos, en tanto que nos aleja de la original y no menos propia, la de animales.

Sin embargo, no puedo dejar de convencerme de que el progreso en Moral no sólo no es rectilíneo, sino que además se encuentra jalonado de retrocesos, de vaivenes; de continuas idas y venidas; en tanto que una vez más mis semejantes me sorprenden tomando la decisión de que, tal vez para dar un paso hacia delante, sea perentorio dar dos hacia atrás.

No se trata de que la imagen todo un Premio Nóbel de la Paz se congratule abiertamente ante las cámaras de todo el Mundo atribuyéndose la muerte de un semejante. Para evitar eso, sería suficiente con que a partir de ahora se modificaran las condiciones a partir de las cuales se fuera merecedor de semejante atributo. Lo más sangrante, lo más inquino, a la par por qué no decirlo de lo más vergonzoso, ha sido comprobar como todo el mundo, con sus líderes a la cabeza, competían en una macabra carrera en pos de ver quién felicitaba antes al verdugo por haberse cobrado su pieza.

Ahora sólo falta que cumplan con el ritual de mostrarnos su cadáver, lo descuarticen y coloquen sus restos en cada uno de los cuatro senderos que marcan la llegada desde los distintos lugares. Todo ello con el consabido mensaje: “Que todo el Mundo sepa que en este lugar se imparte Justicia.”

Flaco favor se ha hecho hoy a la Justicia.

Hoy hemos retrocedido varias centurias en nuestra evolución. Si aquel fatídico 11 de septiembre se puso fin a la posibilidad de comenzar un siglo XXI de manera honorable, los acontecimientos que acaban de desarrollarse, y para los que una vez más lo atribulado de la actualidad nos impide ser netamente conscientes de lo que ocurre; no hacen sino devolvernos a la cruel realidad que hace innecesaria cualquier interpretación, cualquier metáfora. Basta con ver a nuestros semejantes gritando presas del fervor U.S.A, U.S.A. nos sirve para entender que, necesariamente, tenemos que haber retrocedido en el tiempo, o habernos materializado en otro espacio, un espacio propio a la atmósfera del Planeta de los Simios.

Y en medio de todo esto, cualquier posibilidad de dejar a nuestros descendientes un Mundo Mejor, se desintegra, se hace añicos, como aquél juguete que, siendo niños, y por más que nos dijeron una y otra vez que tuviéramos cuidado, acabó resbalando entre nuestros dedos, tal vez materializando nuestra convicción moral de que ciertamente, no éramos merecedores de tanto honor.

Toda Sociedad corre grandes riesgos en pos de su evolución. Uno de los peores es el que se materializa cuando creemos que el nuestro es el mejor de los tiempos posibles. A partir de ese momento, la soberbia abre el camino a las enfermedades que, antes o después acaban por destruir todo atisbo de desarrollo moralmente correcto.

Lo acontecido hoy, nos lleva a tener que aceptar la convicción de que aquello que comenzó el 11 de septiembre de 2001, y que amenazaba con evitar un buen siglo XXI, se ha completado hoy. La jauría vuelve a tener hambre. Por ello jalea la muerte de uno de los suyos, y encumbra al poder a otra fiera, que en definitiva no hace sino rugir de otra manera, de una manera que es más satisfactoria para la caterva.

El círculo se ha cerrado, otra ocasión de hacer algo verdaderamente bueno desperdiciada. Y en esta ocasión sabemos algo peor. Sabemos que somos responsables, sabemos que el tiempo se acaba.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.