martes, 2 de febrero de 2016

DE CUANDO UNA VEZ MÁS, NOS HAN QUITADO MÁS DE LO QUE REALMENTE NOS HAN DADO.

Aplicado sobradamente el catalizador de perspectiva en el que muy a menudo o casi siempre se convierte el Tiempo, lo que se traduce en que tal y como ocurría en nuestra infancia, he dejado pasar más de dos horas entre la comida y el baño; lo cierto es que como ya por entonces pasaba, la realidad se impone, y vengo a constatar que ni para lo uno ni para lo otro, el tiempo es en sí mismo solución.
Por ello que retomando la línea en este caso tan procedimental como semántica, vengo a poner de manifiesto como en tantas otras ocasiones lo que no viene a ser sino mi opinión; una opinión que no necesita ser escuchada, una opinión que no aspira a ser participada. En definitiva una opinión que, como suele ocurrir en la mayoría de ocasiones, viene a poner de manifiesto muchas, quizá demasiadas cosas, atinentes no solo al tema sobre el que específicamente ésta se vierte, sino más ampliamente en relación a la forma de pensar en general de aquél que lo escribe. ¿Significa tamaña apreciación que ha llegado la hora de los valientes? En absoluto, en vista de lo que ocurre, pero sobre todo en vista de cómo ocurre, lo que creo llegado es el final de el tiempo de los cobardes.
Por todo ello, cuando esta tarde me topo con la noticia en forma de rueda de prensan del Sr. Pedro Sánchez por la que como digo tomo conciencia de que Felipe VI ha cedido, y encarga finalmente formar Gobierno en la persona del ya mencionado Sr. Sánchez; muchas por no decir innumerables son las sensaciones que acuden a mi mente. Y lo peor de todo, que se resumen en una sensación que como tal, escapa al ejercicio de la Razón. La sensación de que nos han robado.
Llegado este momento, confieso que me cuesta horrores no ya hacerme a la idea, tan siquiera imaginarme, el escenario conceptual desde el que el adalid de lo patrio plantaba no ya su convicción, en este caso creo más acertado decir su cuajo, y por segunda vez en menos de dos semanas dejaba plantado al Jefe del Estado, que se quedaba de nuevo solo en el uso y ejercicio de sus convicciones.
Cuando hoy Mariano Rajoy ha ido a Palacio, no ha ido a entrevistarse con el Rey de España. Ha ido seria y conscientemente a reírse de todos los españoles. Y lo que es peor, Felipe VI se lo ha permitido.
Por todo ello, hoy creo hallarme en el uso no solo del derecho, como sí más bien de la convicción, de que efectivamente hoy los españoles hemos sido convocados para ser víctimas de un hurto. ¿Qué por qué de un hurto y no de un robo? Porque una de las diferencias semánticas entre lo uno y lo otro pasa por saber que para ser objeto de un robo, hay que ser consciente al menos de la valía de lo que te ha sido robado. Y si algo tengo claro llegado este momento, es que en España somos incapaces de hacernos siquiera una idea del valor en términos de responsabilidad que tienen tanto las acciones, como en este caso las omisiones, que quedan inexorablemente vinculadas al hecho de aceptar o no determinados encargos o nombramientos.
Por ello, cuando como digo esta noche me entero no ya de que Rajoy ha renunciado, sino de que El Rey ha declinado designarle, una oleada de indignación ha recorrido mi cuerpo. Una oleada comparable tan solo a la que te recorre cuando como decía, eres consciente de que has sido víctima de un hurto.
¿Qué es lo que nos han hurtado? Sencillamente el derecho a ver cómo las nefastas políticas desarrolladas por el Partido Popular, o más concretamente los efectos que éstas han causado en la mayoría de la población de este país, se confabulaban para arrojar definitivamente a la diáspora a un presidente que, a estas alturas, es incapaz de entender que el pasado 20 de diciembre, más que votar lo que queremos, los españoles coincidimos en una amplia mayoría para decir lo que no queríamos.
Por eso creo que hoy Felipe VI nos ha hecho un flaco favor, impidiéndonos que el que sin duda es un nuevo ciclo, continuara con el devenir que parece le ha sido encomendado, regalándonos el por qué no decirlo, grato placer de inaugurar el fenómeno de ver al primer aspirante a presidente que pierde su debate de investidura.
Como digo, es algo que no ha ocurrido con anterioridad. Por ello nadie podrá sinceramente decirme que me equivoco si digo que muy probablemente Mariano Rajoy no hubiera podido reponerse de tamaño varapalo. ¿Podemos estar pues detrás de una suerte de maniobra de protección?
De ser así, España dejará de estar gobernado por un mediocre probado, para pasar a estarlo por un zorro en potencia. Dicho de otra manera, al salir hoy impune, Mariano Rajoy se reserva una segunda opción. La que ‘pasa por esperar nada más y nada menos que al descalabro de las opciones de gobierno de Pedro Sánchez (opción ésta dicho sea de paso más que probable al albor de la Aritmética, así como de ciertas declaraciones), sea el propio Rajoy el que desde una posición no solo inimaginable, tal vez incluso inmejorable, a la hora de envolverse en la bandera y erigirse otra vez en salvador de la Patria, decida jugar entonces sí la baza de gobernar. Él no ha renunciado a tal opción, recordemos que sigue presidiendo la que ha sido la opción más votada.
De ser así, de tener que enfrentarnos una vez más con la terrible certeza de constatar que nos han tomado el pelo; este país, o por ser más exactos aquéllos que del mismo formamos parte, deberíamos comenzar a pensar el grado de connivencia que pensamos practicar con los que una vez más se muestran empeñados no ya en decirnos que seguimos siendo menores de edad, empeñados además por medio de sus actos en demostrárnoslo.
¿Estamos siendo testigos de la segunda vez en la que los españoles nos topamos con la verdadera respuesta a la pregunta de para qué sirve realmente la Corona?


Luis Jonás VEGAS VELASCO.