miércoles, 25 de agosto de 2010

DE ESTA TAMBIÉN SALIMOS.


Porque a nadie a estas alturas se le escapa ya que, esta Crisis, al igual que ocurre con la mayoría de las cosas aparentemente importantes de la vida, no se trata sino de la recreación en el escenario de la vida, de usa partida de ajedrez que previamente, a tenor de ese Poder que la manipulación de los recursos ha puesto en sus manos; juegan aquellos para los cuales todo lo que ha ocurrido, lo que ocurre, y por supuesto lo que ocurrirá, no responde sino a la concreción en la realidad del conjunto de variables que ellos han puesto en su teatro de operaciones.

Desde esta perspectiva, las cosas resultan menos dramáticas, más llevaderas por ello. Así por ejemplo, el sabernos parte de un plan perfecto previamente preconcebido, nos permite comprender ahora, con la perspectiva que da el paso del tiempo, ese curioso fenómeno que supuso la denominada Crisis Preventiva. Sí, sin duda saben a qué me refiero. Se trata de recordar ese curioso fenómeno que empezó a gestarse a mediados del dos mil siete, y en base al cual, los grandes potentados empezaron a generar un clima de duda y desconfianza en torno a la circulación de capitales, amparándose en esa frase ya famosa por conocida por todos. Ya saben, me refiero al tan traído y llevado: “…es que esto tiene que acabarse antes o después. La verdad es que tiene que explotar por algún lado.” Seguro que recuerdan a lo que me refiero. Se trata de la versión casera del concepto capitalista según el cual, “el método de creación de riqueza basado en la explotación del fenómeno de generación de beneficio a partir del consumo, tiene uno de sus límites en el momento en el que el excesivo reparto del Capital inversor, por ser finito, hace disminuir el gradiente que necesariamente ha de existir entre el poseedor de los Medios de Producción, y el Proletariado.”

En esencia, lo que ocurre no es sino que, el hecho que todos hemos experimentado en base al cual, cualquiera podía osar hacerse rico, no sólo no era cierto, sino que incluso era peligroso. Y lo era simple y llanamente porque los poseedores del Capital, esto es aquellos que siempre han sido rico, tienen muy claro el concepto básico según el cual uno no es poderoso en base al dinero que es capaz de abarcar; sino que la relación de poder se establece en base a la diferencia que tu riqueza te proporciona respecto de los que te rodean. Y como el Capital es finito, sobra con una pequeña concepción matemática para comprender que, si somos más a repartir, el pedazo de pastel al que tocamos se ve específicamente recortado. Y eso es algo que no están dispuestos a tolerar.

Pero se encuentran con un pequeño problema. Algo que incluso Engels ya visualizó claramente, y definió con franca precisión: “…llegados a este punto, tenemos un escenario en el que la consolidación en el proletariado de la concepción de que el acceso a los Medios de Producción es libre; acabará por elaborar un nuevo aspecto social en base al cual, cualquiera tendré acceso a la posesión de estos Medios, rompiendo con ello el estado de alienación en el que el proletariado vive inmerso, en base al cual soporta las injusticias de orden natural que subyacen al Capitalismo, sustentándolo.”

En esencia, lo que queda así puesto de manifiesto, es la Nueva Injusticia Capitalista. Ese nuevo Sistema en que la aparente superación de los antiguos vestigios, no hace sino cubrir con su sombra el avance tenebroso de las nuevas hordas que vienen a retroalimentar por enésima vez a los ejércitos del bien y del mal en esa eterna batalla que es la Dialéctica Social, en medio de cuyo fragor surge la energía que mueve el mundo.

Dada esta perspectiva, en la que parece que los protagonistas de la novela llamada Crisis, no son sino viejos conocidos, resulta imprescindible aceptar que tiene que haber algo nuevo, algo que se nos escapa…

Y en medio de este desaguisado, los Promotores de la Crisis observan. Sintiendo la embriaguez que produce la Ambrosía. Experimentando parecidos si no los mismos sentimientos que los Dioses Griegos tenían en el Olimpo mientras observaban los avatares de los simples mortales; interviniendo a veces, de forma más o menos sutil, siempre que los humanos osaban hacer uso de su aparente albedrío, reordenando con ello las cosas cuando su libre discurrir no les era totalmente beneficioso.

Porque en esencia, y siempre a mi humilde entender, la presente no es sino un episodio más de esa larga novela que llevamos viviendo desde que los nuevos sistemas de poder sustituyeron a mediados del pasado siglo, las armas mecánicas y químicas de destrucción masiva, por otras mucho más sutiles, pero cuyos efectos son si cabe más destructivos, y lo que es peor, se extienden mucho más en el tiempo. definitiva, el panorama se parece bastante al que los ciudadanos griegos sufrían en el momento en que habían de aceptar, y además de buen grado, el hecho de que su vida transcurría realmente en base a seguir fielmente el trazo que los hilos trazados por otros, iban marcando para su devenir.

Llegados a este punto, sólo queda haceros una confesión personal. ¿Os imagináis lo que supondría aceptar la posibilidad de que esto, en realidad está pasando de verdad.? ¿Cómo podríamos encajar la posibilidad de que todo esto no sea en realidad un hilo más de una urdimbre mucho más compleja.?

Porque en esencia, señores capitalistas, todo lo que estamos experimentando y sufriendo, es parte de un plan preconcebido en el que igualmente todo, incluido el número de bajas, está perfectamente calculado….¿O no es así.?

Luis Jonás VEGAS VELASCO

JULIO DE 2010.