sábado, 17 de septiembre de 2011

CUANDO EL DESPLOME SE HACE INEVITABLE, DE CUANDO LA HUIDA HACIA DELANTE NO ES SOLUCIÓN.


La agonía de las últimas luces se ve prolongada por la presencia de las últimas sombras del día que, aturdidas por la aparición de las primeras farolas, desdibuja el asfalto dando paso a figuras espectrales, rocambolescas…fantasmagóricas en cualquier caso.

El toque de duelo procedente de la campana de la Iglesia, compite con ventaja, aunque sólo sea histórica, con el sonido procedente de la grabación que suena, con facciones inhumanas, anunciando la llegada de cada nueva hora, procedente en este caso del otro símbolo del poder, en este caso más o menos laico, como es el reloj ubicado en la espadaña que se cobija a duras penas entre los tejados, ostensiblemente más bajos y humildes, de las casas que, junto al Ayuntamiento configuran la plaza que bien podría ser de cualquiera de nuestros pueblos.

Un niño asustado, a medio esconder tras el bisillo de la cortina, espera un día más la llegada de la inexorable oscuridad. Con la mirada, le pide a su madre que le proteja de la noche. No sabe muy bien por qué, sólo es consciente de que la oscuridad, lo desconocido, le sumen en el lento tedio del miedo, en la inexorable angustia que precede al pánico.

Y si el deseo del niño de salvar la oscuridad gracias a la acción de su madre, se nos antoja bonita tan sólo en el contexto en el que la protección de una madre puede serlo; no debería de ser menor la sensación de inseguridad que debería acompañar nuestro estado, una vez comprobados la forma en la que, uno tras otro, todos y cada uno de los métodos que mamá Alemania y papá Francia han ido aplicando, en el vano ejercicio de intentar mantenernos alejados de esa gran y definitiva oscuridad que parece ser la Crisis en la que vivimos.

Lo único que diferencia un Sistema de una mera acumulación de cosas, pasa por entender la existencia de un código, de un reglamento qué, aceptado por todos, le confiere a este una nueva forma de ser, la cual no podía obtener por sí sólo, o en coordinación con otros. De esta manera, podemos afirmar que lo único que a día de hoy nos permitía seguir confiando en el Capitalismo, era el abandonarnos a la convicción de que la existencia de esas reglas, así como la certeza de que todo el mundo las compartía y aceptaba, nos permitía seguir disfrutando de la solvencia que procede de pensar que, en vista de que los actos son previsibles, esto es, ante unos acontecimientos son previsibles unas consecuencias en forma de determinadas decisiones, siempre podríamos anticipar en mayor o menor medida la escala de acontecimientos.

Sin embargo, a día de hoy, este precepto se ha roto. La más que sorprendente decisión tomada por los Sistemas de Control Financiero de la Economías más poderosas del Mundo, entre las que destacan el propio BCE, y el Fondo de la Reserva Federal del Tesoro Americano, de inyectar directamente dólares en las economías, sobre todo en la europea, de cara a mejorar su liquidez, y las de sus sistemas financieros impidiendo así la más que previsible Recesión que se avecina para antes del invierno, no hace sino poner de manifiesto lo tremendo en términos reales de la actual situación de crisis en la que nos encontramos.

En términos conceptuales, tal decisión es aberrante ya que, supone la destrucción de base de algunos de los principios que son el puntal del Capitalismo. Se trata en definitiva de una acción cercana al intervencionismo, en tanto que promueve la modificación del precio de las cosas mediante la adopción de una serie de medidas que están fuera del marco de control del propio mercado. En principio, y con la mayor de las salvedades, estamos cerca del concepto de la moneda de vellón.

Sin embargo, todo lo que promueve esta disquisición no es sino el planteamiento de dos preguntas. La primera es bastante sencilla. ¿La aceptación a nivel internacional de este tipo de medidas, supone el reconocimiento implícito de que el Capitalismo ha fracasado, comenzando con ello los gobiernos a buscar un nuevo marco más garantista en el que ubicar el nuevo mundo? Y en cualquier caso, una segunda pregunta que surge a colación directa de la anterior: Si tras tres años desde la caída de L. Brothers, estas son las únicas formas de salir de la Crisis, ¿Por qué se ha hecho necesario tanto sufrimiento para que los Sistemas de Gobierno empiecen a sumar esfuerzos para cumplir con sus obligaciones?

La sorpresa con la que asistimos algunos a la farsa de proceso mediante la que Gobierno y Oposición se juntaban para modificar la Constitución, y en cualquier caso allanarse el camino de la próxima legislatura; se ha tornado en desilusión y algo más cuando nos hemos parado a pensar en lo necesario y positivo que podía haber resultado esta unión, a lo largo del periodo político que ha confirmado el último año. Sin caer el los anacronismos de un Gobierno de Concentración, pero alejándonos de los planteamientos propios de la Política del Solar que se han puesto en práctica en los últimos años, queda el término medio de la virtud aristotélica. Apelando a ese principio, bien podríamos decir que tan responsables son unos como otros, a la hora de valorar la actual situación.

¿Qué ha motivado la adopción de medidas de tamaña magnitud? ¿Qué ha cambiado hasta tal punto en el panorama internacional que faculte y haga asumible la adopción de semejantes medidas? Dicho de otra manera, ¿es que acaso las víctimas que se han ido quedando por el camino eran menos importantes?

En definitiva, una vez más, hemos de promover, de pedir y rogar, la imprescindible responsabilidad de nuestros representantes, de nuestros gobernantes. De no ser así, que empiecen a pensar que el día se acerca, su juicio se aproxima y será inexorable.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.