lunes, 15 de octubre de 2012

DE LOS VÉRTIGOS PROPIOS DE NUESTRAS CITAS CON LA HISTORIA


¿Qué sería aquello que sintieron los protagonistas de tal, o cual momento de la Historia? Sin duda, esta cuestión ha pasado, ya fuera de manera directa, o involuntaria, por nuestra cabeza, en infinidad de ocasiones, sobre todo en los momentos, aparentemente tan lejanos ya, en los que las bonanzas del por entonces presentes, ayudaron a convencernos de la, hoy por hoy falacia, según la cual vivíamos en el mejor lugar posible, en el mejor momento posible.

Quién, de parecida manera, no envidió en alguna ocasión poder ser testigo de momentos tales como la firma del Tratado de Versalles. Quién no ha deseado comprobar si las cosas fueron, realmente al menos si no como las imaginamos, sí como nos las contaron. Cuántos no han deseado, en cualquier caso, tener la ocasión de vérselas en alguna ocasión, cara a cara con la Historia para, en el menos malo de los casos, poder dar muestra de su valía.

Mas de todas estas afirmaciones, tan sólo una certeza procede ser convenientemente comprendida. La que procede de certificar el hecho mediante el cual nos han narcotizado, nos han inutilizado de cara a poder no ya actuar de conformidad a como los grandes momentos de la Historia nos hubieran requerido. Han logrado en realidad que seamos incapaces tan siquiera de reconocer tales hechos, librándose con ello de las más que posibles molestias que nuestros actos hubieran sin duda llevar aparejados.

Cada época tiene el Momento Histórico que le es propio. El nuestro es, sin duda, éste. Nuestro aquí, y nuestro ahora, además de ser irrepetibles, e inimitables, comparten además la certeza de saberse imprescindibles, al ser en los mismos reconocible la certeza que se repite de forma inexorable en todos los momentos tales, la que procede de saber que de nuestros actos del ahora dependerá que nunca más, las cosas vuelvan a ser iguales, ni para bien, ni para mal.

Por ello, acude al recuerdo, de manera inapelable, la otra gran variable, la de la Responsabilidad. Responsabilidad, la que resulta imprescindible, no sólo de saber reconocer como tal el momento mencionado, sino más bien de asumir las contraprestaciones, el precio, que sin duda habrá de ser pagado una vez que cada uno se comporte de manera coherente a como el reconocimiento de la condición de su momento, su individualidad le dé a entender.

Es nuestro momento. Un momento que tiene sus causas en el pasado, y que sin duda decidirá nuestro futuro.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

viernes, 17 de agosto de 2012

DEL INVIERNO, DE LA CRISIS, DE CUANDO NO QUEDA ESPERANZA, PORQUE HEMOS DEJADO QUE NOS ARREBATEN EL ÚLTIMO REFUGIO.


El invierno se acerca, y será inmisericorde con los débiles. Y lo será con los pobres de espíritu, y con los desangelados. Lo será con los olvidadizos, con los que nunca tuvieron nada que recordar, porque en realidad nunca comprendieron nada, por eso nunca fueron dueños de nada.

El invierno se acerca, y por primera vez hará de la sorpresa otra de sus armas. Como hace ya muchos años, se aproxima desde las altas montañas, arrastrando consigo, o más bien tras de sí, los gélidos aires de las altas cumbres, aquellas que, en su soledad, son las primeras en ser bañadas por la claridad que preconiza el primer rayo del alba, y paradójicamente, o tal vez no, son las últimas en abandonar el cálido recuerdo que supone ya el último rayo vespertino.

La sorpresa, que procede de la certeza de comprobar cómo de nuevo, el invierno se acerca, al acecho, buscando a su presa. Una presa a la que acecha, haciendo de la calma que proporciona la confianza de la ignorancia, nada menos que su mejor aliada.

Son los libros la forma que adopta el alma, por ello son el refugio del pensamiento. Pensamiento, lo único que en última instancia nos sirve no sólo para diferenciarnos de los animales, sino más bien para reconocernos entre nosotros.
El Pensamientos nos hace lo que somos, en la medida en que nos sirve para reconocernos a nosotros mismos. Tal vez porque aporta luz sobre los esos únicos conceptos que en realidad nos diferencian, a saber Libertad, Humanidad, Capacidad de Raciocinio. Pero también, y seguramente en no menor aspecto, Humildad y Empatía.

Y es ahí precisamente donde emerge la ideología, no ya como elemento de disensión o enfrentamiento, sino más bien como instrumento dialéctico, capaz de lograr, a través de sí mismo y por supuesto de la discusión que le viene agregada, la regeneración no ya sólo del pensamiento, sino incluso de la mente de la que el mismo procede, aunque ésta en alguna ocasión se viera afectada, dañada, o incluso laminada.

Tal y como Manuel AZAÑA legó en uno de sus más importantes discursos: “…así bastará tan sólo con que una generación de españoles logre vivir en Libertad, para que ya nadie pueda arrebatarles nunca su tesoro. Un tesoro inalienable, en forma de sensaciones, emotividades y sueños.”

Y ahí es precisamente donde subyace el valor de la ideología. Ni más ni menos que en su neta condición de pensamiento. Constituye la ideología el más extenso de los campos en los que puede moverse cualquier forma de pensamiento, en la medida en que en la misma coincide la carga objetiva del raciocinio, con la propensión subjetiva de las emotividades. Y eso es precisamente lo que la vuelve tan fuerte, indestructible; precisamente el hecho de saber que, una vez abocado a los momentos importantes, el hombre se mueve por pasiones, por emotividades, en definitiva por emotividades.

Tal vez por todo ello, los desangelados, los déspotas, los desairados. Los enemigos de los sueños, empeñados entonces en arrebatarnos al resto la capacidad de soñar. Pero también los cobardes, los déspotas, los intransigentes y plañideros; los que no pueden argüir ignorancia en su pliego de descargo. En definitiva, los que llevan casi ochenta años aletargados, esperando la llamada, han interpretado el mensaje.

No se trata ya de que hayan despertado, ni siquiera de que lo hayan hecho con la fuerza con la que lo han hecho. Se trata más bien de la desesperación que provoca el saber que de nuevo, las mismas técnicas, las mismas estrategias, rancias como ellos, van a volverles a ser netamente útiles. Y desgraciadamente todo ello porque igualmente los demás, han repetido, en este caso, los mismos errores.

De nuevo hemos olvidado, y a cambio les hemos permitido no tener que recordar. Y en el tiempo y en el espacio que algunos tuvimos la esperanza de poder recuperar, cuando menos para el bien común, ellos han vuelto a sembrar, poco a poco, las semillas de la herrumbre, de la desconfianza y del miedo. Siempre semillas de crecimiento lento, de nuevo como confirmación de que ellos gozan de todo el tiempo del mundo.

Y así, de la ponzoña han recogido la primera cosecha. Una cosecha que se ha traducido en la tan traída y llevada crisis. Una crisis que, en sus más diversas acepciones, no hace sino esconder un hecho a ultranza, la certeza que se cierne sobre nosotros de que, inevitablemente, nada volverá a ser nunca más como lo conocimos.

Nosotros somos responsables. Estábamos obligados a cuidar de esa primera generación. Desgraciadamente hemos fracasado.

El invierno se acerca, y en esta ocasión no hay otoño, que nos ayude a camuflarlo.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

martes, 17 de julio de 2012

17 DE JULIO, DE CUANDO UN PAÍS NO TIENE CLARO SI CONMEMORAR SU PASADO, O ESCONDERLO (MÁS ALLÁ DE LAS CUNETAS.)


Vivimos en un país extraño. Al contrario de lo que les ocurre a la mayoría de los que nos rodean, incluso a aquellos con los que aparentemente hacemos “sociedad”, en un intento que hoy por hoy se muestra vano, de aparentar que tenemos algo en común; ni siquiera contamos con la posibilidad de acudir a nuestra historia en pos de encontrar respuestas. Y todo en parte porque a muchos se les niega todavía el derecho a hacer preguntas; precisamente porque la respuesta a muchas de estas se encuentran en una cuneta, bajo apenas unos centímetros de grava, pero bajo la pesada losa de muchos años de responsabilidad argumentada desde el silencio compartido.

Vivimos en una nación extraña. Una nación que encuentra su sustento en la podredumbre del pasado. Lo que es peor, de un pasado reciente, y por ello no cicatrizado. Como dirían nuestros abuelos, la herida no ha sanado porque los bordes aún siguen supurando. Siguen supurando, en este caso la espuma de los humores propios del que es el último halito, el que precede al silencio último, aquél que nunca acaba de llegar.
Somos una nación orgullosa. Una nación con mayúsculas. Una nación que puede mostrar al mundo con satisfacción sus logros. Una nación que puede esperar agradecimiento del mundo porque, al contrario de lo que ocurre a día de hoy con algunas de esas naciones que pretenden atribuirse el sentido del mundo de manera injusta, nosotros si que podemos decirle al mundo, sin temor a equivocarnos, que sin nosotros, y sin nuestra aportación, el mundo sería otra cosa. Tal vez mejor, tal vez peor, pero sin duda otra cosa.

Mas llegados a estos extremos, flaco favor haríamos si, nos bastara con mostrarnos pagados de nosotros mismos.

Fuimos además de extraña una nación grande, una nación que acuñó el término de imperio, y lo desplegó por el mundo sin traumas, estos habrían de venir bastantes años después. Como tal nación, empezó a ser comprendida a partir de hechos tales como que, antes de ser ni tan siquiera algo más que un proyecto de conglomerado de pueblos,  personajes a quienes la historia del mundo reservaría lugar de honor; como puede ser el caso de Publio Cornelio Scipión, “El Africano”, hubieron de mostrar aquí sus aptitudes, para hacerse luego merecedores en otros campos, incluso de batalla, sus títulos, y los cantos con los que el mundo conocería sus proezas, y con los que las generaciones venideras conocerían y seguirán conociendo sus proezas.

Esta es sin duda una forma válida de acercarse a España. En caso de sentiros identificados con ella, no lo dudéis, las ingentes páginas de Menéndez Pidal os serán de grata investigación primero, para pasar a constituir luego un más grato si cabe recuerdo.

A pesar de todo, yo me identifico más con esas otras palabras, que, escritas por otro notorio, Julián Marías en este caso, vienen a vestir una España comprensible desde la psicología, sin desmerecer por ello un ápice del componente histórico. Un componente histórico que, manejado con una habilidad impropia de un español de una época en la que la crítica a España era poco menos que traición, y en la que la palabra psicología era peor que un eufemismo de la muerte merecida para aquél que jugaba con cosas que no constituían materia del agrado de Dios, él fue capaz de unirlos de manera tan congruente como inseparables.
Unas palabras que, escritas en definitiva especialmente en la última edición de un libro ingente donde los haya, y que sólo con su título: Ser Español, (no lo dudes I. llegará el día en que sienta más necesidad de devolvértelo que de atesorarlo), muestra ya con lo expeditivo del que se sabe de vuelta de muchas cosas, la capacidad cuando no la necesidad de empezar a llamar a las cosas por su nombre.
Un libro que, con apuntes como este: “español es aquél que vive con la desgracia de creerse siempre mejor que aquellos que son sus contemporáneos. Es aquél que encuentra menos dificultad en identificarse con coetáneos que llevan trescientos años muertos, que en hacerlo con aquellos que viven en la escalera, a los cuales además desprecia. (…) en cualquier caso, español es sin duda aquél que puede partirse la cara sin dudarlo para mantener intacta la honra de la mujer que no conoce, si bien de igual manera no dudará en desoír la llamada oficial que le exija acuda a defender la integridad de la propia.

Porque tan sólo cuando podamos sopesar cosas como esta, podremos empezar a intuir la carga de acontecimientos como el que en el día de hoy, 17 de julio, no sabemos si conmemorar u ocultar.

A lo largo de toda la tarde de aquél 17 de julio de 1936, se habían estado trasladando subrepticiamente desde el parque de artillería, hasta el edificio de la Comisión de Límites, armas destinadas inequívocamente a los falangistas, para su uso en el más que evidente alzamiento que desde la muerte de Calvo Sotelo era según ellos, inevitable por lo imprescindible.
Las autoridades tienen conocimiento del hecho, cursándose por parte del elemento gubernativo las pertinentes órdenes de registro y aprensión. Hacia las 15 horas de ese 17 de julio el Teniente Zaro, encabeza una redada en el mencionado edificio de la Comisión, en el que se está celebrando una reunión de los dirigentes locales de la sublevación destacando entre ellos la presencia del Teniente de la Torre, elemento de la Legión. En ese momento, los conjurados son conscientes que, de llevarse a cabo el registro perderán las armas que están preparadas para ser repartidas entre la población, peligrando de manera definitiva la imprescindible toma de la ciudad, a la par que el incuestionable riesgo de su propio apresamiento será una total realidad. De la Torre se escabulle aprovechando la dilación de tiempo que supone el que las fuerzas policiales cumplimenten la burocracia previa al registro; llama a la península y pide ayuda. Esta se manifiesta en la irrupción en escena de un pelotón de la Legión, que encañona y rinde a las fuerzas leales a Madrid, y al legítimo Gobierno de la II República. La Guerra Civil no puede sino adelantarse en su comienzo.

Y esta constituye otra de las grandes miserias de España, la de no saber si es mejor caer para la historia en mano de una serie de militares reyezuelos de taifas con aspiraciones de salvadores de la patria, o el hacerlo en manos de un grupo de descamisados incompetentes que, atribuyéndose favores que se les quedan grandes, montan como en las fiestas de su pueblo, baile para tres días, y lo postergan durante tres años, haciendo que la factura la paguen como siempre otros.

Porque ese es el ingrediente que termina de aderezar la salsa de esta historia. El ingrediente de la desvergüenza que “gastan” aquellos que todavía hoy se empeñan en vestir de lagarterana los considerandos de la historia. Cruel es el país que permite permanecer en sus fronteras a los herederos de sus  tiranos claman con fervor los herederos de los Moa y Compañía. Mientras asistimos con el desparpajo del ignorante, y con la indolencia del niño, a la crucifixión de jueces que han querido apartar esos centímetros de grava, para comprobar como el oprobio de la historia sigue exigiendo demasiadas responsabilidades.
Y el tiempo, tal vez afortunadamente, sigue su curso. Hoy ya necesitamos ayudarnos de los dedos para contabilizar los años que se cumplen del Glorioso Alzamiento Nacional (lo siento, no podía acabar esto sin mencionarlo). Y lo que es más importante, una generación entera ha nacido ajena del todo al conocimiento del dato del Trivial de quién era el Caudillo.

A pesar de todo, a mí me recorre el sudor frío de la indignación cuando algún desalmado, a lo peor algún ignorante, todavía brama en la barra de algún bar clamando la vuelta de Franco.

Así que, hoy más que nunca, recordad, las hogueras vuelven a arder. Su Juicio se acerca, y es inminente.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

viernes, 13 de julio de 2012

martes, 10 de julio de 2012

NO QUEDA LUGAR A LA DUDA… NOS HAN VUELTO A ENGAÑAR. (y son dos ya las veces)


El presente lo redacté hace casi tres años. Y visto el ambiente general en el que nos movemos, creo que, lejos de aprender, no hacemos sino redundar en el error.

Primero nos convencieron de que todo iba de maravilla, de que todo era genial, de que España ya no era España, o al menos no aquella España de guitarra y pandereta a la que nos habíamos acostumbrado, en la que encontrar un kilómetro de autopista era poco menos que un milagro, y que tuvo que esperar a eso, a un milagro que se inició con nuestro ingreso en la CEE en 1986, para materializarse luego en aquel bendito 1992, en el que la mayor parte de los adultos perdió definitivamente el lastre de la caspa moral, a la vez que los jóvenes aprendíamos a soñar.

Desgraciadamente tuvo que ser también por aquella época el momento en el que otros, los más avispados, captaron la manera de enriquecerse y es que, no fue hasta ese momento cuando en España alguien podía aspirar a ganar dinero, con su trabajo. Por ello, resulta cuando menos preocupante, que los aparentes estados de amnesia que hasta el momento parecían sufrir tan sólo nuestros políticos, hayan acabado por afectar también, si no en mayor medida incluso, al común de los mortales que al menos hasta ayer cubríamos la faz de este mundo, y de esta España; consolidando con ello la certeza de que, efectivamente, a día de hoy tenemos un verdadero problema.

Y es que, algunos pensábamos que esa capacidad de abstracción que nos permitía comprender sin ningún género de dudas que, efectivamente, tal y como todos sabíamos, la mayoría de nuestros representantes no vivían en el mundo real; baste para ello analizar algunas de las declaraciones que se han vertido durante la reciente campaña electoral; han acabado lamentablemente por “infectar” de manera tan eficaz como lamentable a algunos de nuestros comunes, tanto como mortales.

Los Gobiernos de izquierda tienen como misión repartir (siguiendo criterios sociales) la riqueza que generan los de derechas. Así reza una máxima formulada por un famoso politólogo francés del pasado siglo. Dentro de la incuestionable certeza de la misma, y sin entrar en demasiadas profundidades en discusión de las formas y de los fondos, sino más bien por aquello de contextualizarla dentro de nuestra línea argumental: ¿Cómo demonios se puede entender que de una Europa eminentemente obrera, y dentro de la que sin duda es la mayor crisis económica de la que el Sistema (no lo olvidemos Capitalista) tiene constancia, desbarre hacia la Derecha.?

Europa no puede permitirse el lujo, y España menos todavía, de volver a confiar, o mejor dicho de poner sus designios políticos y por ende económicos, en manos de una derecha ideológicamente cavernaria que, económicamente sigue apostando por un sistema, el capitalista, que acaba de manifestar no ya solo sus debilidades, sino principalmente la maldad implícita que le es propia. Así, a partir de abstracciones que disfrazan tras enrevesados términos como “especulación”, no hacen sino desarrollar un sistema que requiere para su supervivencia, de planteamientos “infinitos”, a desarrollar en una realidad “finita”. ¿Cómo salvar éste pequeño inconveniente?, Fácil, gracias al tan traído por todos y por pocos comprendido concepto de la “especulación”, generamos la ilusión de que existen realmente los duros a cuatro pesetas, de manera que siempre se queden los mismos con la peseta que sobra.

Por ello, una vez más, y van tres desde la muerte del Dictador, España ha hablado, y lo ha hecho con voz clara que no alta, ya que el elevado nivel de la abstención le ha quitado intensidad al vocerío. De nuevo nos echamos en manos del gestor, del economista, aunque para ello debamos inexorablemente de desacreditar al político.

La Derecha es, sin lugar a dudas, mejor gestora de capitales. De igual manera a la izquierda le queda, de forma clara, reparar los jirones en los que el excesivo realismo del Capital deja convertidos los sueños propios de la utopía. Sin embargo, será responsabilidad de todos estar muy atentos del precio que en esta ocasión habremos de pagarles a esos gestores de pacotilla los cuales, no lo olvidemos, no hacen sino jugar a salvadores de una patria cuya existencia, no lo olvidemos, deben y debemos a una Historia que no se gestó a golpe de calculadora y letra de cambio, sino de sueños y convicciones de que una España y una Europa enteramente sociales, eran posibles.

Luis Jonás VEGAS VELASCO
noviembre de 2009..

domingo, 1 de julio de 2012

A LA MÁS PROFUNDA DE LAS FELICITACIONES


Enhorabuena Señores Dignatarios! Mi más sentida felicitación. Vaya por delante no sólo por el éxito conocido, sino incluso, o más bien, por la forma mediante la que éste se ha conseguido.
Por un instante, han llegado Ustedes a parecer serios.

Sin embargo, de nuevo, la realidad se empeña en ofertarse como disidente. Una realidad que adopta la forma de José, un pintor que hace cuatro años montó su empresa con toda la ilusión del mundo. Él no quería “vivir por encima de sus posibilidades”, de verdad que no. Él sólo quería llegar a casa como cada día deslomado de trabajar. Pero deseaba añadir al placer de dar de comer a su familia, el hacerlo sin tener que estar permanentemente agradecido a la bondad del Patrón.
O la de Isabel, una camarera que, cansada de ver como personas aparentemente menos cualificadas que ella, decidió alquilar un pequeño local que había cerrado hace catorce meses. Ella tampoco quería “vivir por encima de sus posibilidades”. Simplemente deseaba llegar a su casa cada noche igual de deslomada de lo que lo venía haciendo hasta ahora, pero hacerlo al menos con un objetivo claro.

Ambos no se conocen de nada, pero algo les une. Tuvieron que poner punto final a sus sueños el pasado miércoles.

¡Lástima! Seguro dirán algunos. Si hubieran esperado un poco más, la alargada sombra del éxito alcanzado el pasado viernes, les hubiera alcanzado.

Como una perfecta metáfora de España, ambos llevaban malviviendo desde mayo del año pasado. Primero fue la renuncia a su sueldo. Luego vino el penoso trance de empezar a despedir a compañeros. Lo último y sin duda lo peor fue tener que comunicar a los proveedores que no cobrarían en el plazo dado. Sin duda ése era el último vestigio que le quedaba a la Cultura del Capitalismo y de la Libertad de Mercado.

Pero una vez más, como enésima excusa, lo que les ocurra a José y a Isabel no constituye material a incluir en las Reuniones del ECOFIN. Como es más lógico si cabe, el G20 no sabe ni localizar en un mapa la ubicación de las provincias en las que se albergaban los hogares de ambos. Y lo peor de todo es que nos parece hasta lógico el que así sea.

Entonces, llegados a semejante estado, ni puedo ni debo demorar un instante más la cuestión que me lleva a sentarme un día más ante el teclado.

¿Para qué demonios no ya hemos construido un Sistema tan estructurado? Y lo que es peor, ¿Por qué seguimos manteniéndolo?

Inmersos en el trescientos aniversario de la muerte de JJ ROUSSEAU, ¿De verdad tan poco hemos avanzado en ciertas cuestiones cuya primacía resultaba ya por entonces irrevocables?

Cierto es que no voy a caer en las tentaciones de establecer comparaciones. Si bien, no voy a recortar en placeres de decir que Luis XVI vestía mejor que HOLLANDE. Y por supuesto, el Káiser Guillermo no necesitaba forzar la postura tanto como Merkel para lograr intimidar con clase.
Pero lo que en realidad les diferenciaba a ellos de la caterva que hoy tenemos, era que siempre supieron dónde estaba el límite.
El límite del respeto, de lo moral, de lo serio…de lo refinado si quieren. Ése límite que si se supera, pasa como cuando le pisas el rabo al gato, que incluso el más dócil saca las uñas, y te puede rasgar el vestido, como a María Antonieta.

Pero aquí y ahora, en el colmo de la desvergüenza, ni siquiera esos límites son conocidos. Siguiendo un ejercicio perverso, a caballo entre las concesiones que los Emperadores se hacían, y los que los reyes absolutistas se olvidaron, cabalgan hoy nuestros modernos dirigentes. Revestidos de un falso halo de autoridad, supuestamente reposado en las cenizas de una Democracia que ellos se han encargado de hostigar, se embelesan en sus tiempos (25 Reuniones al más alto nivel), para alcanzar ahora casi de repente un acuerdo que de por sí no es, sino otra opereta bien montada.

Sin embargo, a ellos les sirve. Les sirve para seguir adelante, creyéndose cada día los dueños de un escenario que, una vez más, amenaza con desmoronarse. Les sirve para alejarse de sus representados, rompiendo con ello la base fundamental de la norma según la cual lo único que les mantiene en pie, como a sus Gobiernos, es la voluntad del Pueblo.

Hasta el César llevaba a su lado a un hombre que le recitaba al oído: “Recuerda César, eres mortal.”

Pero José e Isabel son mortales, como también lo son las familias de los cientos de Josés e Isabeles que mañana por la mañana tendrán que hacer un curso de economía avanzado para saber si la Prima de Riesgo y la Bolsa son de una vez consecuentes con el supuesto éxito de esos, los nuestros dirigentes que, definitivamente, necesitan llevar alguien a su lado para recordarles no ya que son mortales, sino cuál es y dónde reside el poder que les ha llevado a donde están.
Para muchos ya es, desgraciadamente, demasiado tarde.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

viernes, 29 de junio de 2012

DEL TRIUNFO DE LA DESAZÓN


Una vez más, me sorprendo a mí mismo inmerso en los ejercicios de contorsionismo a los que cada vez hay que ser más aficionado, si de verdad se quiere triunfar en esto de llegar a comprender no ya los principios, sino más bien los finales, de la grande e insigne paradoja en la que se ha convertido el en otros tiempos honorable ejercicio de la Política, no  ya solo en España, sino qué duda cabe, en toda Europa.

La Política constituyó, en algún tiempo, lejano, desgraciadamente, un ejercicio noble. Se conformaba a partir del catálogo de acciones naturalmente buenas, que por anteposición permitían juzgar, y en consonancia catalogar como de buenos, a aquellos que, en un momento dado, habían decidido consagrar el ejercicio de sus capacidades, a la consecución del bien común.

Sí, efectivamente, creo que lo expuesto en el párrafo anterior, constituye de por sí toda una declaración de intenciones qué, de por sí, bien merece retroceder y dedicarle unos minutos más. Primero para una lectura más, y segundo, para disfrutar de las sensaciones que la misma ha dejado en nuestra boca.
Porque sí, efectivamente, lo expuesto hasta el momento constituye de por sí una declaración de intenciones tan elemental, que prácticamente parece redactada desde lo más profundo de las tripas. Desde ese lugar en el que todos tenemos localizados los instintos.

Por eso, una vez recuperados de la sensación, una vez refrescados, con todo lo que ello conlleva, considero suficientemente abonado el terreno, como para poner de manifiesto uno de los motivos que me ha traído aquí, y ahora.

Afirmar qué, sin el menor género de dudas, LA POLÍTICA es, de por sí, una de las actividades más agraciadas, en tanto que naturales, a las que se puede dedicar el espécimen humano.
Entonces, ¿Cómo es posible que hayamos permitido que ésta, y su ejercicio, se enfanguen hasta semejante extremo?

Asisto, con verdadero desconsuelo, al ritual de miseria moral con el que la caterva de tez macilenta reunida en Bruselas, pone de nuevo ante nosotros los considerandos propios que han llevado, entre otras cosas, a permitir aberraciones tales, como su propia existencia.
La última, tal vez por única, justificación real de la que dispone el político para justificar su existencia, pasa por asumir como propia la conciencia absoluta de que su única voluntad, a la par que motor que justifica su existencia, es el de poder considerarse exclusivamente como un servidor público. Esta afirmación, que siempre permaneció clara en nuestras Sociedades, que estaba gravada a fuego en la cabeza de aquéllos precursores, en los tiempos en los que se presencia rozaba la condición de parásitos; para luego ascender un poco en la escala de las cosas gracias a la acción de grandes como Pericles; nos trae a este aquí, y a este ahora, en el que sólo una cosa parece clara. Qué mal han de haberse hecho las cosas para que de nuevo, exijamos, y con razón, la cabeza de aquéllos que han evolucionado, de Tribunos de la Plebe, a meros falaces propensos al enamoramiento material, en la peor de sus expresiones.

Y es que, el que no me regodee un segundo más en la aberración que constituye la corrupción, no quiere decir que la obvie. Simplemente, se trata de un mero ejercicio de optimización de recursos, en este caso los que responden al tiempo, y a la paciencia del lector.
Prefiero, eso sí, ahondar en una realidad que a mi entender se muestra como mucho más sangrante. La que procede de contemplar con profundo desasosiego el nivel de distanciamiento que existe entre la caterva política, y el pueblo al cual representa. Que tal circunstancia se diera hace tiempo, tanto como el que nos separa de las épocas en las que la incapacidad generalizada de acceso a los recursos de la formación, justificaba todos y cada uno de los argumentos que sustentaba la teoría de la representación asumida, bien podía erigirse no ya en excusa, sino en franca realidad. Sin embargo, llegados al presente que nos ha tocado vivir, uno de cuyos mejores calificativos es el de Sociedad Formada, unido con franqueza al de Sociedad de la Información, desvincula del mundo de la realidad cualquier intento de justificar tales vacías pretensiones en semejantes argumentos.

Es por ello que no resulta ultrajante buscar en otros condicionantes la fuente de las realidades que han llevado no ya a tejer, sino más bien a urdir el complicado tejido de la Política actual.
Mas como en la mayoría de ocasiones, basta un pequeño ejercicio, basado en la observación paciente, para empezar a comprender la esencia del problema. En este caso, la desnaturalización sufrida no por la Política, sino por los que la ejercen. Desnaturalización que les ha llevado a llegar a considerarse de nuevo como una verdadera casta, ajena a la realidad, y por ende nada responsable de las circunstancias que sus comportamientos traen aparejados, los cuales desgraciadamente sólo tienen consecuencias para los que vivimos nuestra vida supuestamente por debajo de ellos.

Así, una vez sometida semejante realidad a las convenientes dosis de cinismo, considero más que alcanzado el momento adecuado en función del cual iniciar una verdadera revolución. Una revolución casi silenciosa, que tendrá en la revisión de uno mismo, y del nivel de consecución de nuestras propias exigencias, el primer detonante.
Éste, y ningún otro paso, conformará el núcleo de  la realidad que nos permitirá desencadenar toda una revolución de intenciones que tendrá en la recuperación de la responsabilidad ligada a la renuncia expresada mediante la aceptación de la gran farsa en la que se ha convertido la Teoría Representativa, su verdadero marco, a la par que su único limitador.

Entonces, y sólo entonces, el individuo volverá a sentirse parte integrante de su Sociedad, de su momento, y de su Tiempo. En esencia, recuperará la capacidad para identificar el instante en el que se hace imprescindible volver a recuperar LA LIBERTAD. La que se perdió hace más de doscientos años, cuando nos convencieron de que el individuo no está capacitado para lograr su desarrollo, sin entorpecer el desarrollo del bien común.

¿Alguien es capaz de identificar en “Esto”, el bien común?

miércoles, 27 de junio de 2012

DE LAS DIFERENCIAS ENTRE CRÉDITO Y CREDIBILIDAD.


Corren, sin duda, malos tiempos. La sensación de que algo gordo se trama, circula ya por las calles. El miedo, adoptando su primera forma, la de la duda y la desconfianza, comienza a hacer presa entre el Común. Y ese es, sin duda, el instante en el que la clase dirigente, debería empezar a preocuparse. El siguiente paso es claro, recuperar el poder, una vez que la convicción de que esa clase dirigente no hace lo que debe, no lo olvidemos, aquello para lo cual fue elegida, hace mella definitiva entre el Pueblo.
Y de ahí, al escarmiento, hay un paso.

El presente es estremecedor. Así dicho, puede resultar obvio. Si además dedicamos unos instantes a comprobar cómo suena en presente, esto es, arrebatándole cualquier posible potencialidad, refiriendo de manera clara y descarnada su absoluta condición de realidad por todos compartida, termina por dibujar un especio realmente desalentador.
Un espacio en el que, por otro lado, se nos obliga de manera inequívoca y descarnada, a interpretar no ya nuestro ahora, sino que ya a todas luces, constituye la realidad con la que habremos de convivir durante muchos años.

Las frías cifras, en su absoluto descaro, ponen sobre la mesa no ya un escenario, sino una completa realidad, que no deja lugar ni a dudas, ni a interpretaciones, sean éstas interesadas, manipuladas o, simplemente, socarronas. Porque a la sensación generalizada de que la fiesta se acabó, se unen ahora las certezas que, poco a poco, van emergiendo. Como en todas las fiestas, alguien tendrá que venir mañana, a limpiar los detritos.

Y el mañana es, a estas alturas, el hoy más descorazonador. Al proceso de inventario es lento. Nadie quiere hacerse cargo. Nos falta experiencia en semejantes lides. “He visto a campesinos defender a su caballo hasta la muerte. He visto a caballeros llorar como niños ante el primer síntoma de batalla.” Esa frase, que figura en las memorias de Juan de AUSTRIA, bien puede constatarse hoy.

A diferencia de los tiempos de Flandes, en los que  las batallas se planteaban por ambas partes. El terreno de batalla era conocido, casi consensuado, por los contendientes. Y. por encima de todo, existía la plena convicción de que ciertas normas serían siempre respetadas.
Hoy, las batallas no se luchan, se padecen. El terreno es abstracto, etéreo, virtual vamos. Y lo que es peor, al mayor enemigo no lo conocen ninguno de los dos contendientes. Por ello las batallas son sordas, mortales, carentes de arraigo, y vacías de honor. Ni D. Quijote, ni el propio Juan de AUSTRIA, tendrían nada que ganar en esta nueva realidad.

Y en medio de tanta miseria moral, de tanto vacío conceptual, una vez asumido no ya el drama de que los héroes se hayan ido, sino convencidos de la desazó propia de saber que ya nunca volverán, hemos de asistir prestos al duelo que se prepara.
Nadie vela armas, ¿Para qué, si no hay honor? El lugar que antaño ocupase Excalibur, aparece hoy sembrado participaciones preferentes. El torreón desde el  que Juana de Castilla decidió con su inmovilismo la Historia de España, forma hoy parte del catálogo inmobiliario de Banco de Santander.

En una palabra, el presente vuelve actual a UNAMUNO, cuando certificó la máxima de que “…llegará un día en el que no te reconocerás en el espejo.”

La actualidad manda. El empate de “La Roja”, prolonga durante unos minutos más la agonía de vacío conceptual que persigue ya a este país. Agonía que alcanza su máximo desarrollo en la certeza de la falta de certezas que personifica a su Presidente del Gobierno. Nunca nadie dio tanta credibilidad a la máxima según la cual, lo difícil está en la comisión del primer Pecado. Los demás, por muchos que sean, ya no hacen sino justificarlo.

Y como patética repercusión, el clamor de la penitencia en la que a estas alturas se convierte el análisis de las cifras:
En números redondos, hemos igualado, sin haber cerrado el primer semestre del año, la cifra que constituía el total de la estimación de déficit presupuestario para todo el año. Sin ser alarmistas, bien podríamos elevar las previsiones de éste para final del ciclo hasta el 8,3%. El anterior Gobierno lo dejó en el 7,7%, y a estas alturas todavía hay un Gobierno que sigue viviendo de las rentas de aquél discurso.
En parecidos términos, el comportamiento del diferencial respecto del bono alemán a diez años (esa prima tan odiosa), coloca los tipos de interés de los mercados secundarios en unas prerrogativas que han llevado, incluso a D. Mariano, a reconocer como cercano el momento en el que España no podrá acudir a financiarse en los mercados exteriores. ¿Somos conscientes de lo que eso significa, o por el contrario hace falta deletrearlo?  Pero tranquilos, que no seré yo quien se lo deletree. La reunión del Euro-Grupo, que acaba de finalizar, ha dejado ya por fin claro un hecho, La absoluta certeza de que de la Línea de Crédito de 100.000 millones de Euros destinada a salvar nuestro “Tejido Financiero”, viene hasta nosotros respaldada, como no podía ser de otra manera, por el aval que suponemos todos y cada uno de los •”españolitos”. Conclusión, los más de diez días que se han traído discutiendo si la deuda repercutiría sobre el déficit, o sobre la deuda, no era más que otro espejismo.

Y mientras, los men in Black ya están en Madrid. ¿Para qué? Como es obvio, no para cumplir las aparentes muestras de deslealtad dadas por el Comisario de Asuntos Económicos Sr. ALMUNIA, como ha dicho abiertamente la Sra. De COSPEDAL.  Más bien, y como parece evidente para cualquier observador objetivo, para llamarnos al orden, o lo que es lo mismo, para desarrollar la batería de medidas de carácter estructural que sin duda pasarán a formar parte de nuestra, a partir de ahora, dura realidad.
Una vez más, la sensación de que el clamor en pos de promover la muerte del mensajero no hace sino preconizar la absoluta incapacidad de aquél que dirige.

Porque a los consabidos medicamentazos, céntimos verdes o sanitarios, así como al resto de memeces que el actual Gobierno pueda plantear, tan sólo una cosa parece ya obvia. Que nada volverá a ser como fue.

En poco más de seis meses, un Gobierno plañidero y desnortado, ha logrado colapsar el país. Algunos de los que parecían condenados a ser eternos candidatos, que no dudaban en azuzar el Congreso al grito de “..dejadlos caer, a ver si entramos nosotros y la levantamos”  son hoy Ministros de Hacienda que han de tragarse el sapo de reconocer el público que “España tiene, hoy por hoy, tremendamente complicado recurrir a la financiación exterior”.
Ese mismo Gobierno que lleva a De GUINDOS a rendir el Reino. Tiene que ir, primero a Bruselas, y luego a Luxemburgo, a llorar un rescate que por soez lo es incluso en el nombre. Una vez más, el país adolece de la falta de gallardía imprescindible para llamar a las cosas por su nombre.

Y España va a la tanda de lanzamientos desde los once metros.

Y España le concede otra moratoria al Sr. RAJOY. Al menos hasta el próximo lunes este país no tendrá consciencia de su situación real.

Y en medio de todo, la respuesta a la cuestión con la que abríamos hoy esta sección de opinión, emerge con todo su poder:

La diferencia entre el Crédito y la Credibilidad estriba en que el primero, como moneda de cambio que es, cuando se pierde, es propenso de ser recuperado. Por el contrario, la Credibilidad, como fenómeno moral, una vez perdida, jamás retorna.

Dicho lo cual, Sr. PRESIDENTE, Si el Crédito nos ha abandonado como País, y la Credibilidad jamás le acompañó en tanto que su figura de liliputiense político le acompañará ya a todas partes. ¿A qué espera para marcharse?

Sin duda, España y Europa aplaudirán su marcha.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

domingo, 25 de marzo de 2012

DEMASIADO PRONTO, DEMASIADO INTENSO.


Una vez más, rechazando de entrada la acusación de ser innecesariamente repetitivos, hemos de decir que pocas veces una derrota tiene un sabor tan amargo. Sin embargo, aquéllos que gentil o interesadamente crean, o pretendan hacer creer que los únicos que ahora mismo tienen sabor a cobre en la boca son los dirigentes del PP de Andalucía, se equivocan. Y lo que es peor, se equivocan interesadamente.

Porque definitivamente, cuando ni por estas se logra una mayoría absoluta, verdaderamente, algunos creemos llegado el momento de hacérselo mirar.

Hacérselo mirar porque, verdaderamente el que tenga que salir la número dos del PP, Sra. De Cospedal, a decir que a pesar de todo ellos consideran histórico el hecho de haber ganado por primera vez en Andalucía, no hace sino encerrar un dardo envenenado. El dardo de ¿Verdad ARENAS que no vas a dar lugar a una quinta derrota?

Entramos ahora en la guerra de los tiempos. ARENAS ya ha dado una pista. En el discurso de aceptación de resultados ha dado las gracias directamente a su Presidente de Partido, y a la sazón Presidente del Gobierno D: Mariano RAJOY. Y yo me pregunto, ¿gracias por qué?

Gracias por desarrollar una política basada en la falacia, cuando no abiertamente en la mentira. Una política que contribuye de manera directa a separar cada vez más al administrado de la administración, puede que ahí radique parte del castigo de la vergonzante participación de Asturias.

Gracias por poner en práctica la única verdad taxativa que conoce, la de una ideología trasnochada, que sigue creyendo que el Capitalismo trasnochado ha de salvar al Mundo, mediante la imposición de una Justicia Retributiva injusta donde la haya-

Gracias por recordarnos lo que significa vivir en la cuerda floja de la amenaza. Amenaza a no saber si mañana tendremos trabajo, si nos bajarán el sueldo, si el amo, de manera unilateral, podrá volver a sacar el látigo.

Pero gracias de verdad, por demostrar lo cerca de la estulticia que realmente están. Una estulticia que les ha llevado a pensar que esconder los Presupuestos Generales del Estado realmente les iba a servir de algo. De verdad, la sonrisa de la Sra Sáenz de SANTAMARÍA, y las apariciones de la Sra. Ministra de Trabajo convierten en infructuoso todo esfuerzo al respecto.

Pero sobre todo, sobre todo, gracias por devolvernos a Europa, y hacerlo como lo han hecho, arrojándonos al rincón de pensar, donde como a los niños se nos han explicado cosas que son obvias. Cosas como que uno no puede llegar el último, y pretender ponerse el primero, como ocurre con las ofertas de telefonía móvil. O cosas aún más elementales como saber que cuando uno se tira un farol, al menos tiene que saber que está jugando al póker, no al mus.

Así que, de verdad, gracias a toda esa Derecha que, una vez más, ha puesto de manifiesto que para que en España gobiernen, ha de ser imprescindiblemente mediante la obtención de una mayoría absoluta.

Evidentemente, no estamos en un escenario en el que uno pueda pedir que le devuelvan su voto. Pero, verdaderamente, ahora son otros los que van a tener que hacer ingeniería matemática para comprender el resultado de las elecciones.

En una palabra, las cuentas dejan de cuadrar. Demasiado pronto, demasiado intenso.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

Una vez más, rechazando de entrada la acusación de ser innecesariamente repetitivos, hemos de decir que pocas veces una derrota tiene un sabor tan amargo. Sin embargo, aquéllos que gentil o interesadamente crean, o pretendan hacer creer que los únicos que ahora mismo tienen sabor a cobre en la boca son los dirigentes del PP de Andalucía, se equivocan. Y lo que es peor, se equivocan interesadamente.

Porque definitivamente, cuando ni por estas se logra una mayoría absoluta, verdaderamente, algunos creemos llegado el momento de hacérselo mirar.

Hacérselo mirar porque, verdaderamente el que tenga que salir la número dos del PP, Sra. De Cospedal, a decir que a pesar de todo ellos consideran histórico el hecho de haber ganado por primera vez en Andalucía, no hace sino encerrar un dardo envenenado. El dardo de ¿Verdad ARENAS que no vas a dar lugar a una quinta derrota?

Entramos ahora en la guerra de los tiempos. ARENAS ya ha dado una pista. En el discurso de aceptación de resultados ha dado las gracias directamente a su Presidente de Partido, y a la sazón Presidente del Gobierno D: Mariano RAJOY. Y yo me pregunto, ¿gracias por qué?

Gracias por desarrollar una política basada en la falacia, cuando no abiertamente en la mentira. Una política que contribuye de manera directa a separar cada vez más al administrado de la administración, puede que ahí radique parte del castigo de la vergonzante participación de Asturias.

Gracias por poner en práctica la única verdad taxativa que conoce, la de una ideología trasnochada, que sigue creyendo que el Capitalismo trasnochado ha de salvar al Mundo, mediante la imposición de una Justicia Retributiva injusta donde la haya-

Gracias por recordarnos lo que significa vivir en la cuerda floja de la amenaza. Amenaza a no saber si mañana tendremos trabajo, si nos bajarán el sueldo, si el amo, de manera unilateral, podrá volver a sacar el látigo.

Pero gracias de verdad, por demostrar lo cerca de la estulticia que realmente están. Una estulticia que les ha llevado a pensar que esconder los Presupuestos Generales del Estado realmente les iba a servir de algo. De verdad, la sonrisa de la Sra Sáenz de SANTAMARÍA, y las apariciones de la Sra. Ministra de Trabajo convierten en infructuoso todo esfuerzo al respecto.

Pero sobre todo, sobre todo, gracias por devolvernos a Europa, y hacerlo como lo han hecho, arrojándonos al rincón de pensar, donde como a los niños se nos han explicado cosas que son obvias. Cosas como que uno no puede llegar el último, y pretender ponerse el primero, como ocurre con las ofertas de telefonía móvil. O cosas aún más elementales como saber que cuando uno se tira un farol, al menos tiene que saber que está jugando al póker, no al mus.

Así que, de verdad, gracias a toda esa Derecha que, una vez más, ha puesto de manifiesto que para que en España gobiernen, ha de ser imprescindiblemente mediante la obtención de una mayoría absoluta.

Evidentemente, no estamos en un escenario en el que uno pueda pedir que le devuelvan su voto. Pero, verdaderamente, ahora son otros los que van a tener que hacer ingeniería matemática para comprender el resultado de las elecciones.

En una palabra, las cuentas dejan de cuadrar. Demasiado pronto, demasiado intenso.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 7 de marzo de 2012

DE LA MUJER, LA PERSONIFICACIÓN DE UN CAPRICHO DIVINO.


Miro a mi alrededor de nuevo, y me sorprendo de este mundo que me rodea. Me sorprendo de sus gentes, de sus costumbres. De la vida que llevan, y de los abusos que cometen desde el poder que les da creerse en una posición distinta de la que gozan el resto de criaturas de la creación, en tanto que posicionados de cara a creerse capaces de entender a su creador.

Sin embargo, una de las cosas que me lleva directamente a rebelarme contra este mundo, y más concretamente contra alguna de las aberraciones que en el mismo se cometen, es aquella que se pone de manifiesto por medio del acto bochornoso en el que un hombre le pone la mano encima a una mujer.

Si la violencia es la manifestación externa de la ira, la perseverancia impía de la frustración; dirigir esta contra la mujer es perpetrar el más indigno de los actos, aquél que en esencia más aleja al varón de su propia condición, en la medida en que le impide manifestarse proclive a acceder a una de las mayores concesiones a las que puede aspirar un hombre como tal, ser digno del amor respetuoso de una mujer.

La mujer es la transcripción real del arte etéreo de Dios. Es la manifestación ordenada de la existencia de éste. Ningún hombre puede, después de haber disfrutado de la gracia serena que sólo puede darle una mujer, dudar de la existencia de una mente capaz del orden absoluto, la causa, es evidente, una mujer es la demostración clara e irrefutable de que en el Universo ha de haber un orden superior, de no ser así el simple caos no podría haber dado lugar a una forma de belleza tan inexcusable.

La mujer es inexcrutable en tanto que una mirada suya puede aportar el cielo, o condenar al infierno. Es codiciada, en tanto que de sus promesas se puede extraer el elixir de la vida, en forma de eterna pregunta, o la convicción del deseo de la muerte, una vez comprobada la imposibilidad de alcanzar ese cielo tal vez falsamente prometido. Es la personificación del laberinto de la vida, ese del que sin ayuda externa no se puede salir.

La mujer es creación creadora. En tanto que madre, comprende como nadie la soledad del creador, ya que accede de primera mano a lo que supone asumir la forma del sacrificio absoluto, aquél que comienza aceptando la pérdida a partir del mismo instante en que la nueva vida ve la luz.

La mujer es creación creada. En tanto que amante, es capaz de darse hasta el más allá, hasta la proximidad propia del paroxismo, ese que procede de la posesión de todas las respuestas, a la espera de hallar a alguien competente que sea capaz de formular las preguntas adecuadas.

La mujer es creación frustrada. En tanto que elemento superior, por poseer la esencia del amor infinito, sabe que el suyo habrá de ser el mayor de los sacrificios, el que procede de saber que sus demandas más íntimas nunca podrán ser satisfechas.

Y entonces, la desazón absoluta, la que procede de la desdicha de comprender que su sino pasa por la desesperación máxima, aquella que se manifiesta en el abandono cínico de los hijos, o en la bofetada vulgar del agresor.

Cuando un hombre golpea a una mujer, atenta de manera imperdonable contra el orden natural de las cosas. Las manos de un hombre, si bien hoy están destinadas a la elaboración de complejas tareas, en el principio de los tiempos estuvieron destinadas tan solo a un fin, el de acariciar y dar forma al excelso templo en el que se convierte el cuerpo de toda mujer. Manifestación de todo lo bello en tanto que sublime, el cuerpo de la mujer ser convierte en un nuevo arca, un arca que, como aquel, el de la alianza, unifica en torno a sí mismo los compromisos suscritos en este caso entre la Naturaleza y el Hombre, compromisos destinados a promover la existencia de ambos, mediante el cuidado mutuo.

Por eso, cuando una mujer llora, lo hace la Naturaleza, lo hace la vida, lo hace la belleza, lo hace la dignidad.

Cuando una mujer llora, lo hace la esperanza, la comprensión, el deseo.

Cuando una mujer llora, sus lágrimas se forman con el cristal del cielo, aquél que se fragmenta sólo una vez, como le ocurre a la confianza.

Cuando una mujer llora, llora el mundo, porque sabe que ya nada podrá ser digno de volver a ser, como cuando una mujer sonríe.

Luis Jonás VEGAS.

lunes, 5 de marzo de 2012

DE CUANDO EL CAMBIO POR LA MERA OPCIÓN DEL CAMBIO, NO NOS LLEVA MÁS QUE A LA REDUNDANCIA EN EL ERROR.


Una vez más, la certeza de las primas me lleva a despertar, haciendo presa en mí la extraña certeza de que este día no va a ser como los demás. Así, la sorprendente presencia de los almendros, que como vanguardias de la primavera, aparecen ya floridos, convierten en casi inevitable el hecho de que en cualquier momento tropiece mi camino con la primera mariposa, la cual, según las calendas de la saturnalia, encierra el alma de aquella ninfa que, víctima del pecado de la soberbia, renunció a su parte cognisciente en pos de reforzar su componente concupiscible.

Semejante pensamiento, aparentemente ajeno a la actualidad, se muestra en cualquier caso certero de cara a conjugar una más de las ya múltiples explicaciones que se pueden verter de cara a intentar hacer comprensible el actual estado de las cosas.

En la medida en que el tiempo malgastado, casi cinco años son ya demasiados como para continuar buscando en la banalidad, respuestas a éstos nuestros problemas; puede que ya vaya siendo momento de empezar a asumir el hecho de que si bien los sinsabores del tiempo que nos ha tocado vivir pueden tener su origen en malas artes procedimentales procedentes del ejercicio desordenado de los que tienen, han tenido y probablemente tendrán durante muchos años la sartén por el mango; no resulta sino de género más responsable, comenzar a buscar otros orígenes, en causas probablemente mucho más profundas.

El plazo de vigencias de las excusas meramente pragmáticas, o sea las que podían partir de la acción negativa, atribuible este carácter tanto a al perversión como a la mera incompetencia; ya ha caducado. Por ello, empieza a ser ya imprescindible el que comencemos a indagar en campos más profundos, y por ende más cercanos a las estructuras que sustentan el Edificio de nuestro Sistema, a la caza de los principios, sean éstos tanto procedimentales como conceptuales, en los cuales albergar la génesis del problema.

Una vez planteada ésta necesidad de catarsis, los siguientes pasos parecen cuando menos más sencillos, ya que ahora podremos aplicar la óptica de lo analítico y lo individual, sobre un terreno que hasta ahora quedaba imprescindiblemente englobado en la fenomenología de lo social, impidiendo con ello la adopción de medidas lo suficientemente precisas como para garantizar un mínimo de apunte.

Con ello, afinando la puntería, podremos rechazar de plano medidas experimentales, que hasta la fecha han sido las únicas que parecen han sido llevadas a cabo, si bien la experiencia nos demuestra que con nulos o incluso nefastos resultados.

Lo excesivo del ancho de banda con el que en principio se han tratado los asuntos, han convertido en erróneas todas a cuantas conclusiones se ha llegado en tanto que el teatro de operaciones del que las mencionadas partían, era evidentemente erróneo.

Hoy resulta imprescindible adoptar una nueva óptica. Hay que ver las cosas desde el aspecto individual, haciendo del procedimiento analítico el valuarte desde el que auscultar la lontananza en pos de un puerto más seguro en el que arriar las naves.

Que nadie se confunda. No estoy diciendo que la búsqueda de soluciones particulares, de carácter netamente individualistas o perecederas en tanto que excluyentes; sea la solución. Semejantes procedimientos, que constituyen la piedra de toque de ideologías y políticas que, hoy por hoy copan el espectro ideológico a la par que gubernamental del mundo, se están mostrando igual si no más inútiles que aquéllas otras, en un principio más propensas al aglutinamiento conceptual; a las que han ido desbancando del poder, no lo olvidemos enarbolando la para nada brillante cuando no incluso soez bandera de las acusaciones de causalidad respecto de los problemas suscitados.

Entonces ¿Cuál es el concepto al que podemos apelar en términos sociales y de comunidad, que por otro lado tiene su origen y constitutivo fundamental en la gnosis individual?

La respuesta es evidente, y sin duda planea hace rato por las cabezas de algunos. La responsabilidad. La responsabilidad, esa magna cuestión, intrínsecamente presente en el Hombre. Carácter netamente diferenciador. Individual en su naturaleza, cada individuo es exclusivo responsable de sus decisiones; si bien es absolutamente social en su composición final, la sociedad es sobre la que revierte siempre el resultado de las acciones promovidas desde la individualidad de cada alma que actúa.

Sólo desde la responsabilidad, el hombre de esta época que nos ha tocado vivir, podrá decidir sobre la conveniencia o no de algunas de las cuestiones fundamentales que se están poniendo sobre la mesa. Pérdida de derechos fundamentales, retrocesos sociales, restricción de libertades, demolición del Estado del Bienestar…son circunstancias que hacen acto de presencia enmarcadas en una única realidad, la que resulta de comprender que nada, absolutamente nada, volverá a ser igual.

Y desde esa única certeza, es desde la que cada uno, desde sus vivencias como individuo, y su experiencia como integrante de una realidad mayor, habrá de tomar sus decisiones.


Luis Jonás VEGAS. eidos de marzo de 2012.