viernes, 21 de octubre de 2011

DE UN NUEVO AMANECER, DE CUANDO LA ESPERANZA DEJA DE SER EL CAMINO, PARA CONVERTIRSE EN LA ELECCIÓN.


La agonía de las últimas luces se ve prolongada por la presencia de las últimas sombras del día que, aturdidas por la aparición de las primeras farolas, desdibuja el asfalto dando paso a figuras espectrales, rocambolescas…fantasmagóricas en cualquier caso.

El toque de duelo procedente de la campana de la Iglesia, compite con ventaja, aunque sólo sea histórica, con el sonido procedente de la grabación que suena, con facciones inhumanas, anunciando la llegada de cada nueva hora, procedente en este caso del otro símbolo del poder, en este caso más o menos laico, como es el reloj ubicado en la espadaña que se cobija a duras penas entre los tejados, ostensiblemente más bajos y humildes, de las casas que, junto al Ayuntamiento configuran la plaza que bien podría ser de cualquiera de nuestros pueblos.

Un niño asustado, a medio esconder tras el bisillo de la cortina, espera un día más la llegada de la inexorable oscuridad. Con la mirada, le pide a su madre que le proteja de la noche. No sabe muy bien por qué, sólo es consciente de que la oscuridad, lo desconocido, le sumen en el lento tedio del miedo, en la inexorable angustia que precede al pánico.

Y si el deseo del niño de salvar la oscuridad gracias a la acción de su madre, se nos antoja bonita tan sólo en el contexto en el que la protección de una madre puede serlo; entendida dentro del juego de la apuesta de esperanza que la idílica imagen nos reporta.

Y llega el alba. Los incipientes rayos del abrumado sol de octubre inician un día más su lenta danza encaminada a hacer desaparecer a aquéllos, sus enemigos, los que se empeñan en impedir que su gratificante acción llegue al suelo, calentándolo, enriqueciéndolo; y que en esta ocasión adoptan la forma de brumas tumultuosas.

Sin embargo, en esta ocasión algo nuevo se mece en el ambiente. Todos sabemos que algo no por deseado, Menos importante, ha ocurrido definitivamente, postergando en nosotros, como el sabor que deja en nuestra boca la última onza de chocolate, el dulzor propio de los grandes momentos.

Porque, en definitiva de eso se trata, de certificar explícitamente la consecución de un gran momento, de algo eternamente soñado, de algo por todos deseado.

Porque si, hoy es el primer día en el que ya han nacido niños libres de esa marca, de ese estigma en el que para la sociedad española se había convertido ETA. Hoy nace una generación para la que el conocimiento del miedo, del terror, y lo que es incluso más dañino, de la desconfianza en los que te rodean, será tan sólo objeto de estudio a través de lo que figure en los libros de Historia.

Hoy ha comenzado a nacer la primera generación totalmente libre que este país conoce desde 1959.

Y eso constituye, en sí mismo, un hecho digno de ser festejado. Secundando la propuesta que desde la mejor de las voluntades hizo ayer alguien, hoy debería ser fiesta nacional porque, ¿Cuánta gente va a poder decir a lo largo de su vida que ellos fueron testigos de la disolución de una Banda Terrorista?

El tiempo, en su vorágine, lo absorbe todo, dilapidando incluso aquello que constituye la base y fundamento de la condición humana. Me estoy refiriendo al componente sentimental del Ser Humano. Aquello que nos reporta nuestra condición de personas, lo que en definitiva nos hace ser lo que somos.

Y de ello somos testigos hoy mismo. La velocidad con la que han transcurrido los acontecimientos, ha dejado sin capacidad para reaccionar a muchos cuya reacción precisamente nos resulta imprescindible analizar a aquellos que necesitamos de las mismas para confeccionar un marco de suposición y de posterior acción.

Por ello, llegados a este extremo, por otro lado tan deseado, no seremos nosotros quienes acompañemos con nuestras palabras, o incluso con nuestros silencios, a los que sin duda siguen con el paso cambiado, hasta el punto de sentirse mal porque su cojera no es el denominador común del nuevo paso que embarga ahora a España. Otro momento, y otro lugar, recogerán más pronto que tarde esos discursos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

Día N+1 del fin de ETA.


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