lunes, 13 de octubre de 2014

EL SISTEMA SE DESMORONA. LA PRUEBA, EL ATRONADOR SILENCIO QUE LO ENVUELVE TODO-

Poco a poco y a medida que el tiempo, garante justiciero, hace su trabajo, solo una cosa queda clara. De manera cada vez más evidente, el imparable volumen de intoxicación del que estamos siendo victimas, no sirve sino para poner de manifiesto lo tercermundista, chabacano y por qué no decirlo, barriobajero del estado de las cosas, tal y como éstas se muestran para cualquiera que goce todavía hoy  no ya de la fortuna de una visión objetiva, sino que más bien basta con que goce de la capacidad de ver.

Resulta así que sin ni tan siquiera mirar, basta como digo con poder ver; podemos toparnos con la certeza de la sinrazón que supone el tener que comprender (ni me imagino los esfuerzos que habrá que realizar para poder explicarlo,) cuestiones tales como las que acompañan al hecho de que a día de hoy no se haya procedido al cese, puesto que la dimisión resulta ya un trámite demasiado honroso, tanto de la Sra. Ministra de Sanidad, como por supuesto del Sr. Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
Semejante petición, que hasta hace unos instantes podía constituir un ruego, se convierte desde este mismo momento en una necesidad toda vez que de la interpretación atenta que a menudo hacemos de los que denominamos pilares básicos sobre los que no lo olvidemos ser apoya nuestro modelo cuando no nuestro sistema, podemos extraer principios muy esenciales entre los que destaca por ejemplo aquél según el cual tanto ello como por supuesto sus funciones, desarrolladas siempre bajo la tutela del marco representativo en el que permanece envuelta toda su labor, hace que perfectamente podamos inferir de las mismas tanto las responsabilidades suficientes, como por supuesto en el caso que nos ocupa las responsabilidades directamente vinculadas; derivándose con ello sin necesidad de hacer uso de una excesiva extrapolación, la más que evidente conclusión en base a la cual la firme petición de dimisión no es una cuestión sujeta al arbitrio, sino que más bien hoy por hoy resulta una necesidad sujeta al ejercicio responsable en pos de mantener la salud democrática.

Semejante conclusión, a cuya participación, o en su defecto a su retracción, se llega de forma aparentemente evidente, parece no obstante no formar parte de las prioridades del Gobierno, pareciendo por ello lógico el que no alberguemos demasiadas esperanza a semejante respecto en los próximos días.
Sin embargo, no habiendo perdido un ápice de confianza ni en lo concerniente a la validez del argumento, ni por supuesto en lo adecuado de la línea de razonamiento empleada la cual nos empuja de manera irremediable a tales conclusiones; lejos de incurrir en contradicción, aumento el grado de las conclusiones afirmando como hecho necesario el que el propio Gobierno ya ha llegado por sí mismo no solo a estas conclusiones, como sí incluso a otras de mayor calado y gravedad al albor de las sin duda más intensa información que por sus canales y conductos oficiales fluye.

¿Resultaría pues extravagante, cuando no confabulador, hipotecar el futuro político de estas dos personas a una suerte de cortafuegos destinado a proteger la integridad de todo el Equipo Presidencial a la vista del grado de incompetencia que parece constatarse como el denominador común a la hora de valorar el alto grado de ineficacia desde el que se ha manejado toda la actual crisis?
¿Poner al frente del recién creado Gabinete de Crisis a la Sra. Vicepresidenta del Gobierno es, además de todo un jaque mate a Ana Pastor, asumir que estamos ante la última línea de defensa, por supuesto en lo que a decisiones políticas se refiere?

Si bien es cierto que tanto ésta como otras y similares preguntas sin duda habrán de esperar días, cuando no meses para ser no ya respondidas, sino simplemente formuladas; solo una cosa parece ser cierta. La irreparable realidad en la que vivimos, ofrece pruebas cada vez más incontestables destinadas a inferir lo absurdo e irreal del mundo en el que vivimos. Un mundo soñado más que vivido, en el que la práctica totalidad de sus componentes, incluyendo por ende los más profundos y valiosos, dejan ahora al descubierto su verdadera naturaleza. Una naturaleza hecha de cartón-piedra, alimentada desde la arenga cuando no desde la farfulla y la mentira, que lleva en su interior y como respuesta natural el silencio expreso que hace cuando debilitado por la humedad, se viene abajo arrastrando como a títeres en un corral de comedias carente de gracia a todos y cada uno de sus integrantes, sin hacer excepciones, sin conceder clemencia.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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