martes, 23 de septiembre de 2014

DEFINITIVAMENTE, SOLO EL PENITENTE PASARÁ.

Vivimos, qué duda cabe, en un mundo extraño, diferente…siempre cambiante. Un mundo en el que el ayer se tacha de histórico, y donde el rigor se castiga con la ultranza. Un mundo en el que vemos bien que los Ministros se encomienden al Altísimo, y en el que en el interior de las Carteras Ministeriales conviven sin altisonancias La Biblia con La Constitución, y las reformas legislativas con El Misal de "Los Jerónimos."
Un mundo en el que a base de ponernos las cosas difíciles, hemos llegado a hacer insoportable la propia vida. ¿Alguna duda en relación a la certeza de lo dicho? Quien la tenga que sopese con rigor las implicaciones paradigmáticas que van ligadas al mero hecho de vivir en un mundo que se ve capacitado para legislar sobre la vida.

Porque más allá de que a estas alturas yo me encuentre entre los que jalea sin el menor lugar para la duda la dimisión del ya a estas horas Exministro de Justicia; lo cierto es que una vez pasados los no más de diez segundos que me permito para dar rienda suelta a mis emociones, lo que a partir del segundo once llena mi cabeza es la preocupación que va vinculada al hecho, expresado en este caso bajo la forma de la Ley que ha ejercido de lápida tan pesada como el propio mármol, y que ha hecho buenos una vez más los condicionantes propios implícito en la tan traída y llevada Crónica de una Muerte Anunciada.

Porque toda vez que hoy no es todavía momento para llevar a cabo los análisis políticos que del hecho en tanto que tal, habrán de ser devengados. Una vez que dejemos como digo transcurrir algunas horas convencidos de que, para muchas cosas se procede mejor con el cadáver frío: lo único cierto es que a estas alturas lo que mayor desazón preconiza mi alma, es el que procede de comprobar que, desafortunadamente, perdemos, ¡y ya son innumerables las veces! otra ocasión de aprender alguna suerte de lección estructural.

Porque verdaderamente, no tanto la existencia, como sí más bien el análisis de la trayectoria política del, a estas horas insisto ya Exministro de Justicia, resuena en nuestros oídos, habiendo de extraerse de semejante retumbar parecidas connotaciones a las que, al menos según el título de las consideraciones morales, habrían de extraerse de la lectura de elementos tales como los que se hallan implícitos y por qué no, explícitos, en algunas de las Grandes Obras Compuestas por la Humanidad, entre las que sin duda podemos extraer los Textos Canónicos, resaltando por proximidad y concomitancia, los en este caso vinculados a la Religión Cristiana, según el Rito Católico.

Han de ser, evidentemente canalizados nuestros afanes en esa sórdida dirección, toda vez que solo adentrándonos en los caminos del dogma, terreno religioso por antonomasia, será donde albergaremos la mínima esperanza de poder llevar a cabo un ejercicio hipotético-deductivo, encaminado a encontrar respuestas terrenales a un asunto tan aparentemente propio como debería de ser el de las cuestiones vinculadas a la Vida, en tanto que el análisis de la realidad nos hace chocar una y otra vez con la desazonadora certeza de comprobar hasta qué punto la Sociedad ha delegado semejante responsabilidad en toda una suerte de catarsis encaminada a arrebatar al Ser Humano aquello que debería ser lo más propio, a saber el conocimiento de sí mismo; arrojándolo por otro lado a un pozo sin fondo cual es el de las interpretaciones vinculadas al trasfondo místico-religioso.

Porque puede ser a partir de aquí, desde donde podamos empezar a centrar el asunto, dirigiendo nuestra atención sobre cuestiones tales como la de saber si el Sr. GALLARDÓN a manejado este y otros asuntos desde un perfil propio de un político, o si por el contrario como ciertamente pensamos algunos, lo ha manejado pensando más con la parte del cerebro destinada a procesar las emociones, lugar donde sin duda se dan los protocolos propios del quehacer de la Religión, el Mito, y cualquier otro vestigio que de nuestros antecesores evolutivos podamos llegar a rastrear.

Porque sin necesidad ni tan siquiera de entrar en disquisiciones peliagudas, mucho antes incluso de tener la menor necesidad de albergar un razonamiento lógico lo suficientemente apegado a la verdad como para poder extractar del mismo una sola consecuencia política; lo cierto es que antes de todo eso, yo me dejo arrastrar por esa misma parte del cerebro, para desde la pasión festejar sin la menor muestra de limitación vinculada al recato, cuando no al pudor, la salida de GALLARDÓN del actual Gobierno.

Y lo hago, porque más allá de la imposibilidad de coincidir con una sola de las decisiones que han marcado su etapa al frente de la Cartera de Justicia, lo único que a estas alturas he sacado en claro a tenor de su proceder, es la sensación que me embarga cuando identifico el flujo de emociones que una vez más sus acciones han despertado en mí. Un flujo de reacciones que traducidas al campo de lo objetivo se vinculan con la desazonadora certeza de que hasta el final, nos ha estafado.

Nos ha estafado, ahora ya en Pretérito Perfecto, el tiempo propio de la acción acabada. Aunque si bien la acción, entendiendo genéricamente como tal el cúmulo de desgracias en el que se ha transformado el que supone bagaje de su acción de gobierno, lo cierto es que habríamos de cambiar la forma a un continuo, tiempo propio de acción en desarrollo o ejecución en tiempo real, toda vez que las consecuencias de las decisiones tomadas a lo largo del tiempo que ha estado el frente de Justicia, retumbarán en nuestros oídos durante mucho tiempo, esperemos cuando menos que sea éste un tiempo no vinculado al de la supervivencia de sus colegas de fechorías al frente del Consejo de Ministros del Gobierno de España.

Porque sí, ahí subyace la treta máxima, el ardid por excelencia. Decía San Anselmo de CANTERBURY leído dicho sea de paso en su vertiente más prosaica, por ende menos vinculada la tentación dogmática; que el mayor logro de Satán pasa por haber logrado inspirar en el Hombre la duda sobre su posible existencia…”

Que nadie se sorprenda. En parecido rango epistemológico sitúo yo a los que todavía hoy afirman que GALLARDÓN es, probablemente, el menos cavernario de cuantos integran el actual Gobierno.

Es por ello que solo una cuestión me queda para ir cerrando. La que pasa por afirmar que por el bien de todos, bastará nos dejes con la mitad de la paz que te llevas.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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