martes, 18 de agosto de 2015

DE LAS MÚLTIPLES FORMAS DE “HACER EL AGOSTO”.

Definitivamente, las cosas están cambiando aunque, nada parece indicar que necesariamente para mejor. Y es que más allá de postureos, conductas artificiosas, silencios forzados y otra multitud de enmiendas a la totalidad dirigidas contra lo que podríamos denominar forma convencional de hacer y entender la Política, los recién llegados, revolucionarios según la versión que aportan unos, advenedizos si es a otros a los que preguntáis; sin duda alguna que han venido si no para quedarse, cuando menos sí para demostrar que otras formas eran y son, posibles.

De hecho y aunque pueda parecer anecdótico, (ha quedado demostrado que a menudo la concatenación de anécdotas acaba por convertirse en lo más revelador de las intenciones perseguidas por un determinado grupo social); lo cierto es que la experiencia innovadora que resulta de apreciar cómo la luz puede salir del Congreso de los Diputados en pleno mes de agosto sin que de ello haya de desprenderse necesariamente la existencia de ninguna forma de enfermedad, ya sea ésta o no de carácter infecto-contagioso que ahora o en un futuro próximo pueda afectar a nuestros queridos representantes, constituye, en sí mismo, sin duda toda una innovación.

Mas una vez superados los efectos relajantes que se derivan de la contemplación hoy en día de un hecho que no te provoca arcadas o te da grima, lo cierto es que siguiendo, que no por ello alardeando, de protocolo conceptual, bien haríamos en tratar de averiguar las causas que de una u otra manera, promueven, cuando no justifican, tamaña e informal conductas.
Es entonces cuando una vez desplegadas las estructuras destinadas no tanto a protegernos de las posibles infecciones anteriormente aludidas, como sí más bien a tratar de indagar en la especial naturaleza de tamaño proceder, que comenzamos a hacernos una idea del tamaño del gol que una vez más nuestros queridos representantes, y lo que es peor, en el ejercicio de las funciones para las que legítimamente han sido investidos, pretenden colarnos.

De entrada, hoy mismo, ha comenzado a desarrollarse la falacia mediante la cual la Cámara Baja, además de abrir en agosto, lo hace convertida en un circo. Un circo en el que los que otrora se comportaban como fieras (véase la ferocidad con la que un león llamado de Guindos azuzaba semanas atrás a quienes deseaban por entonces ayudar ya in extremis a Grecia convencidos de que toda ayuda entonces además de más eficaz, sería mejor aprovechada); ve ahora reducido su papel al de clown toda vez que hoy sí que podemos, es más, debemos aprobar de manera indiscutible el paquete de medidas de cuyo ejercicio redundará el uso de los diez mil millones de euros que vienen a resumir el papel de España en el nuevo rescate a Europa.
Definitivamente, y para que nadie se llame a engaño, digo que de Guindos ejerce de clown no por un motivo eufemístico. Es que sencillamente el papel de payaso ya estaba cogido, a propósito por otro Ministro del Ramo que por estar suficientemente equipado trae hasta la risita histérica de serie.

Para aquéllos que no le encuentren la gracia, me atribuyo una vez más toda la culpa. El motivo, no me muevo con solvencia en los delicados recovecos reservados al humor. Sin embargo, a título de concreción, ahí va una pregunta dotada digamos, de retranca: Si para aprobar el “rescate” a Grecia hay que escenificar una suerte de juerga en la que la Democracia, lejos de salir airosa no hace sino salir renqueante… ¿Por qué no se ejerció semejante suerte de acción cuando los rescatados fuimos nosotros?

Superados una vez más las sutilezas, y lejos por supuesto de caer en conductas puntillistas, lo cierto es que cada vez resulta más complicado encontrar en las acciones de nuestro Gobierno una línea cuando no coherente, si al menos competente para dotar de cierta dosis de previsión con las que investir los modus operandi que a medio o a largo plazo estén llamados a convertirse en los paradigmas en los que redunde el futuro del país.
Una vez comprobada la inexistencia de tales recursos, y lejos no obstante de desesperar toda vez que,  no lo olvidemos ¡Esto es España!, nos vemos sorprendidos por el que a la larga se convierte no tanto en el ingrediente fundamental, como si más bien en el imprescindible para comprender la naturaleza de la reacción química que preside, hoy por hoy, la cabeza de los que no lo olvidemos fueron llamados a hacer grandes cosas mediante el legítimo voto de los que les votaran.

Es entonces cuando jugando el papel de catalizador químico una vez más, aparece el ingrediente mágico a saber, la presencia en el horizonte de una cita con las urnas que sin duda, no dejará a nadie indiferente.
Porque sea de una u otra manera, de lo que a estas alturas todos estamos absolutamente de acuerdo es en el incuestionable hecho según el cual, todo el mundo va a tener algo que decir, y la mayoría de los implicados lo van a hacer bien alto.
Porque sin duda que entre las múltiples habilidades de las que Rajoy y los suyos han hecho gala, sin duda aquélla que con mayor deleite han practicado es la de cabrear a todo el mundo, por igual, y por doquier. Y claro, semejante escenario, a 120 días vista de la cita electoral no se configura, seguramente, como el más deseado por los integrantes de un Gobierno que, aunque parezca mentira, se siente legitimado no tanto obviamente para presentarse, como sí más bien para resultar reelegido.

La verdad es que así mirado, ahora no me cabe la menor duda de lo adecuado que resulta que trabajen en agosto, en septiembre, en octubre, en noviembre, ¿en diciembre? No, más no.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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