Al igual que ocurre con la digestión, que a menudo suele
confundirse con el proceso desarrollado
en el Sistema Digestivo, del que se obtienen desde recursos destinados a
promover el desarrollo material del organismo,
hasta por supuesto energía; viene
a ser lo que en la actualidad está ocurriendo con la Política es decir, una
suerte de confusión destinada a fraguar en nuestro inconsciente, una vez que
nuestro intelecto se ha batido en retirada, por la que el engendro que pulula
por nuestra realidad ha de responder a la verdad que antaño supuso una
actividad otrora respetable.
Siguiendo con el paralelismo, bien podríamos venir a decir
que la notable acumulación de residuos, procedentes sin duda de un dieta no pobre, cuando sí más bien desequilibrada, ha gestado un grado de
colapso que viene a materializarse en la constatación de un organismo enfermo.
De un organismo en el que la obesidad ha
hecho presa.
Entendemos así que el Sistema Digestivo, integrante
imprescindible del organismo, lleva a cabo de manera correcta su labor, cuando
de ésta se desprende la clara y óptima obtención de nutrientes a saber, elementos naturales destinados a proporcionar
bien substancias destinadas al desarrollo corporal, bien energía.
Sin embargo existe también una tercera vía. Así, hace relativamente poco ha entrado en escena la fibra.
Es la fibra un
ente propio. No responde a los componentes de definición de los nutrientes, al
no aportar ninguno de los elementos básicos que sirven para definir
correctamente a éstos, y sin embargo de muestra como imprescindible para
garantizar el buen estado general del Aparato Digestivo. En definitiva, es lo
que garantiza que el sujeto ciertamente va
a ser capaz de tragarse lo que le echen.
Por ir centrando, y lejos en mi ánimo el dar lugar a
confusión llevando a nuestros lectores a pensar que se han equivocado de lugar,
diremos que este país se muestra, hoy por hoy, incapaz de digerir más mierda.
Nuestros gobernantes, en un ejercicio solo comparable al que
lleva a cabo un nutricionista borracho, se muestran incapaces de diagnosticar
la patología que día tras día arrastra a este organismo hacia lo inexorable de la muerte. Lejos de
entender el grado de putrefacción que se esconde por los rincones al ser
literalmente imposible evacuarla; se
limitan a promover modificaciones
superficiales en la dieta, asumiendo con ello su incapacidad manifiesta de
cara a lograr un correcto diagnóstico de una enfermedad que ya parece
sinceramente incurable.
Lejos de asumir tal cosa, lo que implícitamente se
correspondería con asumir su responsabilidad, se limitan a introducir nuevas
dietas cuyo denominador común pasa por el continuo aumento de la cantidad de fibra a consumir. Será tal vez porque la
ingente cantidad de heces acumuladas hace imprescindible su eliminación.
Y así es como, en definitiva, un organismo que necesita
cuando menos de un internista, ha de contentarse con los cuidados, (quién sabe
si a lo sumo paliativos), de un cuerpo de médicos especializados en cirugía estética. ¡Ya que ha de morir,
que al menos, muera guapo!
En una palabra, y por cerrar de manera implícita el vínculo
entre lo metafórico y lo real; haciendo bueno el dicho según el cual a veces lo
escatológico redunda en la salud del cuerpo. Señores, en lo que a éste
concierne, se pueden ir todos a la …
Luis Jonás VEGAS VELASCO.