Enhorabuena. ¡Volvéis a ser los primeros en algo! De manera
absolutamente objetiva, esto es, carente de cualquier interpretación, como
Gobierno del Partido Popular pasaréis sin duda a la Historia como el Gobierno
que trajo “La Peste”” a Europa.
Sí, la peste. Y si en aquella ocasión cabía la duda de su
procedencia, de su origen, en el caso que hoy nos ocupa no cabrá lugar a la
duda. Así, la acción directa de un Gobierno empeñado no tanto en poner a salvo
a conciudadanos, como sí más bien en crear cortinas
de humo encaminadas a salvaguardar su maltrecho honor, tendrá
consecuencias. Consecuencias que como todo el mundo sabe solo serán
perceptibles a partir del análisis histórico, esto es, una vez que la
perspectiva nos permita ser consciente de la verdadera magnitud que éste, y
posiblemente futuros casos, tengan o lleguen a alcanzar en realidad.
Pero sin dejar concretamente que el caso trascienda, o lo
que es lo mismo que el paso del tiempo haga caer sobre él la capa de pátina con
la que los ya demostrados irresponsables que nos gobiernan cubren todo lo que
tocan, o sea, con la que cubren todo lo que no les interesa, hago en este caso
mención instantánea de la duda que desde hace horas me llena de estupor, cuando
no de franca indignación, la cual se traduce en una mera pregunta: ¿Cómo es
posible que a estas horas la estructura fundamental del Ministerio de Sanidad
siga intacta?
Enumerando sin pasión los acontecimientos, diremos que tal y
como reitero siguiendo protocolos no sanitarios, sino de interés político, el
Gobierno de España prefirió ponernos, tal y como ha quedado finalmente
demostrado, a todos en peligro, con tal de por un lado, salvar a uno de los que
sin duda forma parte de su campo
semántico; obteniendo además como corolario la recompensa de distraernos durante unas horas de
conductas y comportamientos que en cualquier otro lugar hubieran tenido
consecuencias no de horas, sino casi eternas.
Pero aquí, verdad Sra. MATO, somos más chulos que nadie. Y
tal y como decía VÁZQUEZ DE LA CUADRA, el
español muere en el mundo, pero yace en España.
Y nos trajimos a nuestros curas. Y afirmamos que nadie
corría peligro ¡faltaría más! Y vimos cómo se morían ¿Para mayor gloria de
dios?...
Y al final, quién sabe si como castigo divino, o como muestra del espacial sentido del humor que
algunos le achacan al altísimo, hoy, ni dios puede de verdad decirnos cómo,
dónde, o porqué estamos donde estamos.
Hoy, de nuevo, Europa vuelve a poner el foco en España. El
Ébola ha entrado en Europa, y no ha sido por medio de un inmigrante ilegal. Ha sido por medio de alguien sobre quien, al
menos en apariencia, se estaban tomando todas las medidas. ¿De verdad alguien
puede reprocharme el estar no ya nervioso, sino francamente indignado?
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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