...Roja, la cual, no por ello resulta menos acusadora, toda
vez que de nuevo no sirve sino para marcar el fino trazo que por otra parte nos
lleva a diferenciar lo que es propio de la falacia, respecto de lo que,
se mire como se mire, no es más que mera mentira.
De mentiras y falacias, o lo que es lo mismo, de lo que hace
ya tantos siglos sirvió Sócrates para desmarcarse de una vez y para siempre del
debate en el que algunos se empeñaron en introducirle respecto de los Sofistas;
es de lo que hoy está lleno el discurso no ya del partido que aparentemente
para su desgracia se halla en el poder, lo digo por el más que lamentable
efecto que las mismas tienen no solo ya entre los que conforman su marco de
esperanza de voto, sino expresamente entre los que conformaban su marco
ideológico.
Tal vez, y a lo mejor por ello, sea que la actual tragedia
en la que se halla inmerso el Partido Popular, deba de ser considerada no
desde el mero y seguramente baldío punto de vista que representan los siempre
inseguros resultados electorales; sino que más bien deba de ser explicitada
desde las semejanzas que al respecto manifiesta la que bien podría considerarse
ya como una verdadera deriva conceptual, y por ende ideológica.
Desde semejante perspectiva, y desde la misma
exclusivamente, es desde donde cabría la posibilidad, y entendida ésta casi
desde la perspectiva del experimento científico, capaz de proporcionar un
mero viso de aceptación a la que insisto sería posible, tras largo tiempo y
arduo esfuerzo, encontrar un atisbo de sentido. A la que, pese a quien pese, es
la actual propuesta que al respecto del derecho de la mujer a la hora de
interrumpir un embarazo, ha venido a proponer el Partido Popular.
Ley rancia, reaccionaria, restrictiva y en una palabra,
cavernaria; viene como digo no ya solo a
responder de manera evidente e ideológicamente solvente a cuantos integran el
denominado sector duro, sino que, de manera paradójica, se instaura como
la única, al menos hasta el momento de la redacción de la presente, sentencia
legislativa que guarda un principio de coherencia para con el programa
electoral que no debemos nunca de olvidar, encumbró al Sr. RAJOY hasta el
poder.
Porque escueza a quien escueza, la mal llamada Ley
Gallardón, no es en realidad sino la
ley por excelencia del Partido Popular. Aquélla en definitiva que les
consolida, al menos de momento, como los grandes representantes de las más
duras, reaccionarias y profundas consideraciones, y que viene por ende a
condonar los deterioros que al respecto de otras consideraciones, se han
visto obligados a hacer, poniendo en peligro, ahora sí no solo a su tejido
programático, sino abiertamente a aquél que consolida y se declara como vector
director de las tradiciones inquisitoriales en España.
Porque solo desde semejante perspectiva, desde la que nos
retrotrae no ya a La Inquisición del XVI castellano, sino a la propia de
Aragón del Siglo XIII, a donde definitivamente parece traducirnos esta
ley.
Inquisición e Iglesia. Una vez más, unidas, de manera
unívoca, y siempre para formar triunvirato, me niego a pensar que para hacer
un trío, con la otra gran consideración, a saber el poder puro, en sus más
diversas acepciones.
Busca así una vez más Gallardón refugio en La Iglesia. O más
concretamente habría que decir lo hace en la lectura, cuando no en eso tan
complicado que es la interpretación, máxime si cabe cuando lo aplicamos a
aspectos tan por ende subjetivos, sensibles y estructurales.
Cae así en la denominada interpretación que al respecto
de la concepción de la Vida hace de la vida La Iglesia , y
es cuando tras sincera y atenta lectura de la misma, podemos por nosotros
mismos llegar a la conclusión no ya de que semejante consideración no solo no
ha sido siempre la que es hoy, sino que tal y como puede demostrarse
fácilmente, la misma ha cambiado, ha evolucionado con el tiempo, por supuesto
incluso dentro de la propia carga
conceptual que forma el Dogma Epistemológico de la Iglesia, e incluso del
Cristianismo.
Así, retrotrayéndonos de una sola vez hasta el siglo IV, y
más concretamente hasta las enseñanzas nada más y nada menos que atribuibles a Agustín
de Hipona, a la sazón uno de los padres de la Tradición Cristiana ,
y a la sazón instigador natural de la escolástica, lo cierto es que la
vida, atribuible al menos en lo que consideramos como propenso a la concepción,
y siempre según el marco de la denominada consideración creacionista:
“...es así que viene a producirse una vez que el infante ve la luz. Momento en el
que el Sumo Hacedor tiene a bien insuflar en el mismo el hálito vital que
conforma su Alma incorrupta, el cual ha sido rescatada como si procediera de
allí donde él mismo las alberga.”
Quedando completamente fuera de mi intención al menos hoy
desarrollar la menor intención en pos de conciliar un debate, lo cierto es que
ni puedo ni quiero permanecer callado toda vez que de nuevo he de asistir, como
una vez lo hizo Sócrates, a la manipulación interesada. Una manipulación que en
éste caso pasa inexorablemente por jugar con el sentido de los discursos,
trenzando de nuevo la realidad en pos de conciliar retórica con sofismas, concediendo
con ello espacio a quienes en realidad no hacen sino conferir de manera
voluntaria espacio en el que se den las condiciones destinadas a que las
mentiras se vistan de falacias y, aprovechando la coyuntura de los carnavales,
terminen disfrazadas de verdades torticeras.
Para que se entienda, los detritos, defecaciones, basuras y
excrementos tras los que algunos se empeñan en ver abono, no dejan de ser,
dicho en una palabra, verdadera y auténtica mierda.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario