Sumido un día más en la paradoja en la que parece haberse
convertido la vida, e inmerso por ende en el ejercicio diario que como tributo
hay que pagar, en forma de hipocresía más o menos consciente; lo cierto es que
he de confesar que, como tantos otros, hago uso y quién sabe si abuso del efecto
cronología para, en este caso, redundar en el íntimo placer que se refiere
de reencontrarse con Maestros como MACHADO.
Es así que, acudiendo a la glosa que del mismo hace en su
momento uno de mis viejos profesores, no uno de tantos, pero sí otro de los que
convirtió mi proceso formativo en una verdadera fortuna toda vez que supo
insuflar en mí las escasas dosis de humildad que poseo, al convencerme mediante
hechos de que de saber es de la única cosa de la que no te cansas, porque es
como transitar por un pasillo cuya puerta final tan solo intuyes. Lo cierto
es que, acudiendo como digo a aquella glosa, leo y casi cito la mención que al
respecto de MACHADO hace, en los siguientes términos: “ Y es así que Machado
conforma por convicción propia parte no ya parte de la Generación del 98, no
tanto por disposición estética, afirmar tal hecho podría dar lugar a
interpretaciones, sino que lo hace por compartir en su obra el sentir general
de necesitar expresar de manera certera y manifiesta el desarrollo de un mundo
diferente, a partir del cual, y por medio de un lenguaje refinado y elegante,
lograr consolidar cuando menos la ilusión de un mundo lícito hacia el que
tender, toda vez que (y aquí viene lo sorprendente) huir de la realidad
que una crisis económica, histórica, pero sobre todo social, había convertido a
España en un lugar irrespirable.”
¿Hace falta que lo traduzcamos? La verdad es que el
desconcierto va dando, poco a poco, eso
sí, paso al desasosiego. ¿Cómo es posible que hechos acontecidos, a la para que
en principio superados hace más de un siglo, sirvan en realidad para dar no ya
explicación plausible, sino certeza preñada de razón, no tanto del mundo, como
sí de la realidad en la que nos ha tocado vivir.
¿Acaso es que tan previsible resulta todo? Previsible,
lamentable, patético. Lo cierto es que indiferente resulta a estas alturas el
calificativo desde el que nos dispongamos a ensayar al respecto de tal hecho.
Por rebuscadas que sean las estructuras, por exitosas que resulten las tesis al
final, y como suele acontecer cuando se trafica con estos menesteres, lo
cierto es que uno solo logra quedarse con la extraña sensación de que inexorablemente,
alguien sabe algo que tú ignoras.
Así, cuando los MACHADO, UNAMUNO, BAROJA y compañía se
dispusieron a cambiar el mundo, lo cierto es que lo hicieron desde la poderosa
base de poder sublevarse contra algo sólido. Así, el ataque al
Realismo del XIX que los mencionados propiciaron, y que en Europa venía
reforzado por la acción de genios como PROUST, KAFKA, y otros que sin duda me
dejo en el tintero, proporcionaba de partida una base más que sólida destinada
a garantizar que, aunque fuera mediante la mera invocación de procedimientos
de “reducción al absurdo”, lo cierto es que una mera incitación a la locura
interpretada por cualquiera de los citados, presenta más visos de autoridad que
cualquiera de cuantas declamaciones puedan hacer, hoy por hoy, nuestros más
afamados autores.
Porque vivimos un presente ausente. Un presente que carece
de visión de tiempo, en tanto que lo reduce todo a la sutil superación del
instante. Vivimos pues no en la generación del eterno presente, (tal y
como algunos se empeñan en afirmar, como si ello supusiera un conato de
disculpa) sino más bien en la generación del no hay tiempo, porque no hay
responsabilidad.
Responsabilidad, el eterno concepto, quién sabe si por
formar parte del “Eterno Retorno”. La genial aportación del Maestro Alemán. Maestros,
alemanes, españoles...europeos y adelantados a su época. Una época que, como
hoy, expulsaba todo lo que no era capaz de digerir.
Se convierte así el tiempo en la metáfora perfecta de una
digestión. Larga, pesada, insoportable a menudo (como un libro de HEGEL), pero
que como en el caso de aquél, sirve para saber que no te irás a la cama sino
más lleno de como te levantaste.
Una digestión en cualquier caso que, por meritoria que
resulte, no sirve sino para comprender lo alejados que estamos, una vez más no
ya de nuestra realidad, como sí de la verdadera realidad. Una verdadera
realidad que solo podrá comenzar a ser intuida una vez que asumamos, ¡cómo no!
La responsabilidad de ofrecer el respeto que se merecen opciones como la
verdad, máxime cuando te exigen que la apliques a la realidad.
Llegados a este extremo, y como cansar es lo único que me
preocupa, haré como los que sabiamente redundan su discusión no tanto en torno
a las cuestiones filosóficas, ésas de las que como es sabido tanto disfruto,
como sí más bien para retornar el discurso a la linde más procedimental, y
volver la mirada, como hicieron otros, sobre si el nacimiento del Modernismo
comparte o no fuentes con los movimientos simbolistas de raíz francesa
toda vez que en ambos casos se persigue, cuando no se practica devota
admiración, a los ideales destinados a cambiar la realidad, por la vivencia
subjetiva que se hace desde la posición de los personajes.
En cualquier caso, entre Soledades y Campos de
Castilla, bien cabe una vida. Tal vez la que va desde el MACHADO intimista
que se conformaba con mostrarnos su mundo, hasta aquel otro que llegó a
pensar que podía cambiar el mundo, llegando a ser sentencioso.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.