Asistimos, desde el distanciamiento que sólo puede ser
muestra de la absoluta desgana, cuando no de la sinrazón, a la puesta en
práctica del último acto de esta tragicomedia en la que desgraciadamente se ha
convertido ya a todas luces, la escenificación del ejercicio de la Política en
España.
La Confianza, a saber única justificación sobre la que recae
a la sazón todo el peso del escenario en el que se representa todo el ejercicio
de la moral, la ética y en última instancia de la política que a su vez se
engloba en lo que llamamos Democracia; recibe hoy el último de la a saber larga
y ya dilatada cadena de golpes, uno tras otros de los cuales siempre creíamos
que se repondrían.
Pero en la mañana de hoy, la revelación, intencionada o no,
de los papeles por todos conocidos, pone sobre la mesa la certeza de una
realidad cuya sospecha, no por esperada, resulta menos dolorosa y lamentable.
Así, llegado este momento, no podemos afirmar qué es lo que
más deterioro le causa a la
Democracia. Si los balbuceos y lamentos de la responsable de
Moncloa esta mañana temprano en Cadena COPE; o el hecho de que el Sr. Rubalcaba
todavía no se haya atrevido, repito, todavía no se haya atrevido; a pedir la
dimisión del Señor Presidente del Gobierno.
Vivimos en un país ficticio, que ha construido en torno de
sí una realidad onírica de la cual
hoy toca despertar. Y como suele pasar en los sueños, el despertar de ellos
conlleva una elevada dosis de frustración.
Frustración, que hoy adopta las formas que proceden de
comprender que apostar todas nuestras ilusiones a tan sólo dos cartas, no ha
sido una buena idea.
Así, el bipartidismo en el que nos encontramos, y que ha
presidido esta ficción democrática en
la que la ya toda una generación hemos vivido de manera exclusiva, ha tocado a
su fin.
Todas hieren, menos la última que mata.
En Pompeya se han encontrado cadáveres cubiertos por cenizas
volcánicas que han preservado en los mismos a veces incluso el rictus que
llevaron en su último estertor.
A nosotros al menos nos avisan de ello. Somos más
responsables,
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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