El presente artículo viene a demostrar, una vez más, que el paso del tiempo es a menudo el ilusorio sustituto del progreso. La causa es evidente, y se pone de manifiesto si cabe de manera más cristalina en estos días, los cuales son o deberían ser de supuesto recogimiento para aquellos que dicen creer en lo que predican, así como para aquellos que debería a su vez predicar con el ejemplo.
A menudo resulta llamativo comprobar como resulta mucho más productivo escuchar que contar, oir que decir. Si bien es cierto que cuando habla, uno sólo dice lo que sabe, cuando se escucha se corre el riesgo de aprender algo. Si bien este aforismo, por ser estéticamente apreciable, no resulta siempre verosímil; así en el caso de
¿Es realmente posible un distanciamiento mayor de la realidad.? ¿De verdad se creen no todo sino algo de lo que “predican”.? O es que en realidad la pertenencia a la metafísica de sus considerandos ¿Les autoriza para expresarse de forma tan autoritaria hacia la realidad manteniendo a la vez tan alto nivel de asepsia hacia la misma.?. Porque lo cierto es que a veces parece que les viene bien vivir al margen no de la verdad, sino de
En definitiva, y como respuesta a la incógnita de si puede la Iglesia dispensar Moral, entrando en competencia con la axiología, o en cualquier caso disputando certezas a la Filosofía, resultan sobradamente respondidas en base a los bochornosos espectáculos a los que últimamente nos tiene acostumbrados la Iglesia, bien a través de las manifestaciones de sus líderes locales, como puede ser el caso de la lamentable campaña auspiciada por el Sr. Camino, o por las circunstancias promovidas en otro género de actos, como los manifestados por el propio Benedicto XVI.
En definitiva, no olvidéis aquello de “haced siempre lo que yo os digo, pero guardaros de hacer aquello que yo hago.”
Luís Jonás VEGAS
marzo de 2009
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